domingo, 18 de junio de 2017

Sobre la moción de censura

Parece lógico que en este pequeño espacio que comparto contigo, amigo lector, haga referencia a toro pasado, al espectáculo al que estuvimos sometidos por mor de la presentación de una moción planteada por uno de los grupos representados en la Cámara Baja.
Me reservo lo que pienso del uso que se ha hecho de una herramienta que prevé nuestro sistema democrático. Allá cada cual. 
Sólo tengo la intención de destacar lo que, en mi opinión, ha sido lo más relevante durante las horas de bochorno (entiéndase como se quiera) que hemos visto y oído. Y lo haré rápido.

Objeto de la moción: propaganda política para intentar cerrar filas en torno a un líder tocado en su popularidad. Objetivo parcialmente cumplido. 48 horas de propaganda permanente y nacimiento de una nueva "mesías" ("la que tiene paz" que no hace honor a su nombre) que no estrella parlamentaria. Los correligionarios enfervorizados aunque la imagen pública ha sufrido un duro revés, en mi humilde opinión.
El cuestionado, perfecto. A sabiendas de que no iba a ser tumbado, sin embargo, decide lanzarse a la arena sin esperar más turno, sorprendiendo al respetable y cuaja una faena de las que encumbran a un diestro. Será soso, poco gracioso y, a veces, hasta huidizo, pero domina los tiempos y las situaciones como nadie y lo ha vuelto a demostrar. Resolvió el trance templando y por derecho, como sólo los maestros saben hacer. En política no hace falta gritar ni insultar para vencer al adversario. Basta saber poner en valor ante el respetable las fortalezas de una forma sencilla y clara.
La frase: sin duda me quedo con la metáfora de Albert Rivera. (¡impecable sin corbata!)  "Si una casa tiene goteras se arreglan las goteras... si una casa está sucia se limpia... pero no hay que demoler la casa". Siempre insisto en que una buena oratoria requiere del esfuerzo, sobe todo, de encontrar frases elocuentes, relatos, ejemplos, metáforas que fijen de forma clara y eficaz nuestro mensaje en la mente de nuestro auditorio. Rivera lo consigue de forma magistral cuando se dirige a Iglesias Turrión pidiéndole que no demuela España ni el sistema.
El discurso: si hubiera estado acompañado de una buena comunicación no verbal, hubiera sido el discurso perfecto el de la diputada Oramas. De construcción impecable, breve, consiguiendo claridad, credibilidad y emoción. Con una captación del interés inicial sencillo pero efectivo: "Dicen que el teatro está en crisis pero no parece que sea cierto..." que se convierte en parte del hilo conductor. Muy bueno su lenguaje paraverbal en cuanto al volumen, el manejo de los tonos y los silencios. Lástima la pérdida de contacto visual con el auditorio por estar demasiado pendiente del papel. Remató una gran faena en la réplica donde sí manejó perfectamente su lenguaje corporal, sobre todo con sus manos y su expresión facial amable mientras terminaba por destrozar al candidato con un cierre llamativo que enlaza con el inicio y encierra de forma sutil el mensaje y vuelve a recordar a la cubana La Lupe: "...lo tuyo es puro teatro, falsedad bien ensayada, estudiado simulacro".
Por cierto, hoy mis alusiones a términos taurinos han venido a mi mente fruto del recuerdo del maestro vizcaíno Fandiña. (DEP) 

martes, 13 de junio de 2017

Nobleza obliga...

No creo que haya que explicar (¿o quizá sí?) las definiciones de héroe y de nobleza, y menos en un país como el nuestro donde la lista histórica de héroes nacionales es interminable y la nobleza, santo y seña de valores, hasta no hace mucho, incuestionables.
La pasada semana, desgraciadamente, nuestra lista de héroes ha crecido al tener que incorporar a sus nombres el de un español valiente y noble que fue asesinado por unos terroristas islámicos cuando intentaba ayudar a un miembro de las fuerzas del orden. Ignacio Echeverría ha sido asesinado en acto heroico. Nos han matado a un hombre noble.
Mi recuerdo y admiración para siempre para el último español que ha encarnado, como nadie, esos dos conceptos. Conceptos que, desgraciadamente no abundan en otros ámbitos de la vida pública española. Quiero pensar, sin embargo, que en el ámbito “civil”, privado, de los hombres y mujeres de a pie, sigue siendo moneda común.
¿Dónde está el heroísmo y la nobleza de quien con discursos épicos por doquier utiliza las herramientas del sistema con el único objetivo de, cuando menos, sacar tajada propagandística a costa de debilitar y desprestigiar ese sistema? La comunicación política no es solo postureo o telegenia; ni siquiera de discursos plagados de recursos retóricos que martillean durante horas mantras que quieren desviar la atención de otra realidad existente o hacia una “posverdad”. Para poder hacer comunicación política es imprescindible el contenido, el mundo de las ideas; pero… ¿qué digo?
¿Dónde está el heroísmo y la nobleza de quien ni condena los asesinatos de Londres ni está de acuerdo en el merecido reconocimiento y justos actos de homenaje a quien pagó con su vida ser un hombre noble?

¿Dónde está la nobleza de un otrora héroe de pacotilla por darle a un balón de fútbol? ¿Acaso hay nobleza en un discurso (éste nada épico y sin preparar) plagado de mentiras históricas, retórica erística, complicidades extrañas e insultos a un país entero para pasarse la ley por el forro?  
Para colmo, hoy mismo en vez de recordar con nombres y apellidos a los 23 héroes asesinados a sangre fría por la indecente asesina Idoya López Riaño (terrorista de ETA), veo las imágenes de la chatarra dejada por las bombas y cómo sale de prisión, en libertad, camuflada bajo el casco de una motocicleta. Me pregunto si no tenemos derecho a reconocerla por la calle. Imagino que los familiares de esos héroes pensarán ya que en este país no queda nobleza.
Parece que la agenda dicta otras cosas a los servidores públicos y a los medios. No interesa ni el héroe ni la nobleza (bueno si es Rafa sí, que los unos quizá piensen que por fotografiarse con él ganan enteros ante las masas enfervorecidas y los otros traducen sus apariciones en beneficios).

Dicen que la política es un noble arte (yo así lo pienso), pero no sé yo. Nobleza obliga…

domingo, 4 de junio de 2017

Relatos imperantes

Hoy tenía intención de escribir sobre la elocuencia, una de las habilidades personales de necesario desarrollo para aumentar la eficacia de nuestra comunicación. Pero mejor en otra ocasión, porque lo ocurrido la noche del sábado me ha obligado a compartir con vosotros un par de reflexiones. Ideas que tienen que ver con el relato social que, parece, quiere imponerse.
Por si no nos queremos dar cuenta de que estamos ante un tiempo nuevo, ya se ocupan de recordárnoslo trágicamente cada poco los terroristas que matan en nombre de Alá.
En casa, el nuevo tiempo, al parecer, es que también el Madrid prescinda de símbolos patrios en sus celebraciones (no me creo que sea casual).
El nuevo tiempo parece que implica un relato en la comunicación pública que no nos debiera ser desconocido si repasáramos la historia.
Reducir al máximo las expresiones y los símbolos comunes, citando de perfil conceptos rotundos como España o Nación y movernos más en correcciones como "estado" sin ninguna exhibición simbólica que pueda ofender a nuestros vecinos, nos dirigen irremediablemente a la convivencia bajo el yugo de lo políticamente correcto, dirigido, eso sí, por manos cesaristas que mecen cunas de nuevos totalitarismos disfrazados de falsas democracias. Serán nuevos tiempos pero no son nuevas situaciones.
Lo advirtió en 2004 el Pontífice Juan Pablo II: "Europa no solamente no debe eliminar sus raíces cristianas, sino que debe redescribirlas. Estas raíces cristianas darán respuesta a los desafíos del tercer milenio: paz, diálogo intercultural e interreligioso, protección de la Creación".
Sin embargo el relato impuesto no acompaña; ni con las políticas públicas, ni con las políticas informativas, ni siquiera a la hora de condenar por parte de algunos dirigentes de forma contundente los execrables actos de terrorismo.
Aquí ya sabemos lo que pasa.
Todo lo que sea horadar, minimizar y arrinconar la cultura milenaria que ha construido Europa es espacio que ofrecemos gratuitamente a la "nueva invasión islámica",
El buenismo sin control ayudará a la aspiración de esta nueva invasión que ora comete un atentado en el corazón de Londres, ora oblliga a retirar la cruz de la corona del escudo del Real Madrid.
Si permitimos que el relato dominante siga siendo el que nos desprovee de identidad, nuestros nietos rezarán en sótanos y el escudo del Madrid lucirá una coqueta media luna. Al tiempo.