Parece lógico que en este pequeño espacio que comparto contigo, amigo lector, haga referencia a toro pasado, al espectáculo al que estuvimos sometidos por mor de la presentación de una moción planteada por uno de los grupos representados en la Cámara Baja.
Me reservo lo que pienso del uso que se ha hecho de una herramienta que prevé nuestro sistema democrático. Allá cada cual.
Sólo tengo la intención de destacar lo que, en mi opinión, ha sido lo más relevante durante las horas de bochorno (entiéndase como se quiera) que hemos visto y oído. Y lo haré rápido.
Objeto de la moción: propaganda política para intentar cerrar filas en torno a un líder tocado en su popularidad. Objetivo parcialmente cumplido. 48 horas de propaganda permanente y nacimiento de una nueva "mesías" ("la que tiene paz" que no hace honor a su nombre) que no estrella parlamentaria. Los correligionarios enfervorizados aunque la imagen pública ha sufrido un duro revés, en mi humilde opinión.
El cuestionado, perfecto. A sabiendas de que no iba a ser tumbado, sin embargo, decide lanzarse a la arena sin esperar más turno, sorprendiendo al respetable y cuaja una faena de las que encumbran a un diestro. Será soso, poco gracioso y, a veces, hasta huidizo, pero domina los tiempos y las situaciones como nadie y lo ha vuelto a demostrar. Resolvió el trance templando y por derecho, como sólo los maestros saben hacer. En política no hace falta gritar ni insultar para vencer al adversario. Basta saber poner en valor ante el respetable las fortalezas de una forma sencilla y clara.
La frase: sin duda me quedo con la metáfora de Albert Rivera. (¡impecable sin corbata!) "Si una casa tiene goteras se arreglan las goteras... si una casa está sucia se limpia... pero no hay que demoler la casa". Siempre insisto en que una buena oratoria requiere del esfuerzo, sobe todo, de encontrar frases elocuentes, relatos, ejemplos, metáforas que fijen de forma clara y eficaz nuestro mensaje en la mente de nuestro auditorio. Rivera lo consigue de forma magistral cuando se dirige a Iglesias Turrión pidiéndole que no demuela España ni el sistema.
El discurso: si hubiera estado acompañado de una buena comunicación no verbal, hubiera sido el discurso perfecto el de la diputada Oramas. De construcción impecable, breve, consiguiendo claridad, credibilidad y emoción. Con una captación del interés inicial sencillo pero efectivo: "Dicen que el teatro está en crisis pero no parece que sea cierto..." que se convierte en parte del hilo conductor. Muy bueno su lenguaje paraverbal en cuanto al volumen, el manejo de los tonos y los silencios. Lástima la pérdida de contacto visual con el auditorio por estar demasiado pendiente del papel. Remató una gran faena en la réplica donde sí manejó perfectamente su lenguaje corporal, sobre todo con sus manos y su expresión facial amable mientras terminaba por destrozar al candidato con un cierre llamativo que enlaza con el inicio y encierra de forma sutil el mensaje y vuelve a recordar a la cubana La Lupe: "...lo tuyo es puro teatro, falsedad bien ensayada, estudiado simulacro".
Por cierto, hoy mis alusiones a términos taurinos han venido a mi mente fruto del recuerdo del maestro vizcaíno Fandiña. (DEP)