No creo que haya que explicar (¿o
quizá sí?) las definiciones de héroe y de nobleza, y menos en un país como el
nuestro donde la lista histórica de héroes nacionales es interminable y la
nobleza, santo y seña de valores, hasta no hace mucho, incuestionables.

Mi recuerdo y admiración para
siempre para el último español que ha encarnado, como nadie, esos dos
conceptos. Conceptos que, desgraciadamente no abundan en otros ámbitos de la
vida pública española. Quiero pensar, sin embargo, que en el ámbito “civil”,
privado, de los hombres y mujeres de a pie, sigue siendo moneda común.
¿Dónde está el heroísmo y la
nobleza de quien con discursos épicos por doquier utiliza las herramientas del
sistema con el único objetivo de, cuando menos, sacar tajada propagandística a
costa de debilitar y desprestigiar ese sistema? La comunicación política no es
solo postureo o telegenia; ni siquiera de discursos plagados de recursos
retóricos que martillean durante horas mantras que quieren desviar la atención de otra realidad existente o hacia una “posverdad”. Para poder hacer comunicación política es
imprescindible el contenido, el mundo de las ideas; pero… ¿qué digo?
¿Dónde está el heroísmo y la
nobleza de quien ni condena los asesinatos de Londres ni está de acuerdo en el
merecido reconocimiento y justos actos de homenaje a quien pagó con su vida ser
un hombre noble?
¿Dónde está la nobleza de un
otrora héroe de pacotilla por darle a un balón de fútbol? ¿Acaso hay nobleza en
un discurso (éste nada épico y sin preparar) plagado de mentiras históricas, retórica
erística, complicidades extrañas e insultos a un país entero para pasarse la
ley por el forro?
Para colmo, hoy mismo en vez de
recordar con nombres y apellidos a los 23 héroes asesinados a sangre fría por
la indecente asesina Idoya López Riaño (terrorista de ETA), veo las imágenes de
la chatarra dejada por las bombas y cómo sale de prisión, en libertad,
camuflada bajo el casco de una motocicleta. Me pregunto si no tenemos derecho a
reconocerla por la calle. Imagino que los familiares de esos héroes pensarán
ya que en este país no queda nobleza.
Parece que la agenda dicta otras
cosas a los servidores públicos y a los medios. No interesa ni el héroe ni la
nobleza (bueno si es Rafa sí, que los unos quizá piensen que por fotografiarse con él ganan enteros ante las masas enfervorecidas y los otros traducen sus apariciones en
beneficios).
Dicen que la política es un noble
arte (yo así lo pienso), pero no sé yo. Nobleza obliga…
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