Lo ocurrido tras los brutales atentados terroristas perpetrados en Barcelona y Cambrils en nombre de Alá, desde la perspectiva de la comunicación pública institucional, han sido un gol por toda la escuadra.
Sin dejar de atender lo urgente, algunos (no todos) han mantenido la calma y han sido plenamente conscientes de que tras la ignominia, tras la tragedia y con el corazón roto, se debía librar la batalla de la comunicación. Desgraciadamente no era la primera vez. Baste recordar lo ocurrido el 11-M.
Había una crisis y había que gestionarla también desde la comunicación.
En ese río revuelto, los gabinetes de comunicación independentistas se convirtieron en aparatos de propaganda para el objetivo de la desconexión, aprovechando, una vez más, la imposición de lo políticamente correcto.
Han utilizado todos los medios a su alcance para ocupar espacios. Ya se sabe que en ese tipo de situaciones todo el espacio que no ocupemos nosotros nos lo ocuparán. Paralelamente a la estricta gestión de la crisis han incorporado "su asunto" con descaro, metiendo un gol por toda la escuadra a quienes pensamos que España es una nación indivisible, convirtiendo el problema en una oportunidad.
Es muy probable que esta opinión personal no coincida con la de muchos de mis lectores, por eso, amigo lector, te dejo algunos de los hechos que han forjado la misma, incluyendo algunas que han constituido falta de respeto a las víctimas, a los símbolos comunes, a la prensa internacional y a la propia inteligencia.
Sabían que iban a estar sometidos a una sobre exposición pública gratuita donde el público (incluido el internacional) iba a estar más pendiente de lo normal. La obsesión mediática por trasladar la imagen de autosuficiencia ante la crisis nos ha dejado situaciones patéticas de un consejero de la Generalidad queriendo ejercer de ministro de exteriores. Por supuesto no
podía faltar el desaire a la lengua común de todos los españoles y que nos proporcionó el hijo de un taxista vallisoletano convertido en Mayor de los Mossos con su "bueno pues molt bé, pues adiós". También lo hemos visto en la pancarta de hoy. Esperar que hubiesen comparecido en sus ruedas de prensa con la bandera de España, respetando la legalidad, ante los periodistas de la comunidad internacional hubiera sido un sueño. El insulto del consejero de interior diferenciando entre víctimas catalanas y españolas es de juzgado. Aunque para mí, lo más duro ha sido la escandalosa puesta en escena informativa de la actuación de los Mossos d'esquadra como algo excepcional, dejando de lado a Policía Nacional, Guardia Civil y servicios de información. El mensaje a introducir estaba claro: hemos resuelto la situación y lo hemos hecho con nuestros propios medios, es decir, una Cataluña autosuficiente para luchar contra el terrorismo legitima una Cataluña independiente (por seguir siendo políticamente correctos, desde muy pocos ámbitos se ha cuestionado su actuación). La última jugada ha sido la apropiación de la "sociedad civil catalana" (taxistas incluidos) acogida como una gran familia ante la desgracia y ensalzada como símbolo de una sociedad madura y solidaria, como si fuese algo excepcional en este tipo de situaciones y no ocurriera lo mismo en otras latitudes.
Y por fin llega la manifestación del sábado. La traca final. ¿Quién decide que la Jefatura del Estado acuda a la manifestación? (ya estuvo en el minuto de silencio de la primera jornada). ¿Por qué exponer la Institución a una hora hostil con imágenes y sonido que van a dar la vuelta al mundo?
He tenido la oportunidad de ver las imágenes a través de la TV3 y RTVE. Lo de la televisión autonómica era previsible: en imágenes, sonidos y entrevistas. Todo es bueno para la causa. Mucho peor ha sido la retransmisión de la televisión pública española. Con una realización pésima, absolutamente indocumentados en cuanto a las personas que encabezaban la marcha (incluidas las que portaban pancartas ofensivas) y las autoridades de todo el territorio que se encontraban presentes, nos ha ilustrado con todo tipo de abucheos y silbidos al Rey, pancartas preparadas al efecto y esteladas de todo tamaño ubicadas perfectamente de modo estratégico (incluidas dos grandes pancartas totalmente ofensivas para el Rey y el presidente del Gobierno). La periodista asumiendo el lenguaje de los secesionistas y hablando de "marcha transversal". Primeras imágenes de una bandera de España (de plástico) a los 44' del inicio de la retransmisión. A los 49' por primera vez, y de pasada, citan que en la cabecera de la manifestación van representantes de la Erchancha, Policía Nacional y Guardia Civil. Alucinante.
Y para finalizar, la Sardá leyendo el manifiesto y saludando al personal con el tradicional "salam aleikum" y su compañera de discurso alegando contra la islamofobia y el antisemitismo porque, claro, recordar el odio a los cristianos aquí y fuera de aquí es políticamente incorrecto. El gol ha entrado por la escuadra, pero con la defensa que ha habido, la pelota podía haber entrado perfectamente por el centro de la portería y a media altura.
Y, por cierto, yo si tengo miedo.