jueves, 19 de junio de 2014

En perfecto estado de revista

Seguido con exquisito detalle el guión y la puesta en escena. Todo en perfecto estado de revista. Como si de un documental promocional se tratara. Eso es lo que hemos podido ver hoy todos los españoles, a través de las pantallas de televisión, en un acto histórico para la vida de nuestra nación.
Objetivo cumplido: reforzamiento de la Corona, aprovechar a ganar imagen ante los ciudadanos del Reino.

Me parece bien. Creo que es lo deseable y lo necesario. A pesar de mi firme convicción republicana creo que no estamos, en estos momentos, para experimentos. Sobre todo porque es evidente que algo tan serio y profundo como un cambio en el modelo de estado debe contar con el mayor de los consensos y el mayor de los respaldos, tal y como ocurrió con el advenimiento de S.M. el Rey D. Juan Carlos.
Todos los "secundarios" han cumplido su papel a la perfección. Perfecto el Soberano saliente adoptando un "perfecto" protagonismo en segundo plano. Perfecto el papel de Doña Sofía (como siempre) que ha vuelto a dar una lección de profesionalidad. Perfecta la presencia de la Infanta Elena. Perfecta la ausencia de la Infanta Cristina.
A partir de ahí, camino libre al nuevo Rey, escoltado en todo momento por la madre y esposa amantísima que se nos ha mostrado más simpática, más cercana, más humana. Su juego de gestos desde el primer momento, tanto con su marido como con sus hijas, lo ha ejecutado de forma perfecta.
Y el broche de oro de la perfección, como siempre ocurre, lo ha puesto la naturalidad. La naturalidad y dulzura de dos niñas (princesa e infanta) que a buen seguro, sin pretenderlo, han conmovido el corazón de todos los españoles de bien.

Se trataba de representar un guión en el que las familias españolas nos identificáramos perfectamente felices y se ha conseguido. Desde la imposición de la faja militar como capitán general de todos los ejércitos hasta su aparición en el Palacio Real hemos visto a una familia a la que es imposible no querer. Y con eso, creo, ha ganado España.

Ha habido detalles novedosos que son atisbo de una imagen propia y más actual: nuevo escudo y cambio de color del azul al rojo carmesí, acudir al traje militar que menos militar parece, fórmula del juramento dando prioridad a los ciudadanos y nuestras peculiaridades autonómicas, ausencia de símbolos religiosos remarcando no su condición personal de católico, sino dando prioridad al carácter aconfesional del Estado, etc. etc. Es evidente que las formas, que en este caso también son fondo, han ayudado al objetivo.
Y también hay que intentar ver el fondo. Sobre todo el de su discurso. 
En mi anterior entrada hablaba de claridad, credibilidad y emoción. Sinceramente creo que las ha buscado con su tono de voz, con su nerviosismo atípico en alguien con sus tablas, con su calidez al referirse a sus padres, con sus breves miradas e incluso con sus escasos movimientos de manos que, de vez en cuando, rompían su imagen regia agarrado al atril. Y el examen lo ha superado.
Por otro lado, el contenido de su discurso, en mi humilde opinión, ha sido, en gran parte, lo que esperábamos. Como buen heredero de su padre ha hecho suyos los conceptos de consenso, diálogo, diversidad cultural, pluralidad lingüística y capacidad de una nación que ha demostrado tener en la unidad su mejor argumento para conseguir el bienestar de todos los ciudadanos. Todo ello, esta vez, sin recurrir expresamente ya al espíritu de la transición.
Personalmente me ha emocionado el recuerdo hacia sus padres a los que este país nunca les estará suficientemente agradecido.
Que haya jurado respetar los derechos de las comunidades autónomas imagino que también significará que, desde su posición, pedirá a esas mismas comunidades que cumplan con sus obligaciones y con el respeto a los derechos de España, porque aquí no van a valer paños calientes.
Por cierto, he de resaltar la indecorosa actitud del Sr. Mas y del Sr. Urcullu no aplaudiendo, nobleza obliga, el discurso de quien es ya el Jefe del Estado, un estado al que estos dos sujetos le deben lealtad y respeto en tanto en cuanto no cambie la legalidad vigente. Se olvidan estos indignos representantes de que son la imagen de las instituciones que presiden y no la de sus partidos políticos. Bajo el amparo del Gobierno Vasco y de la Generalitat viven muchísimos ciudadanos, a los que también representan, que hoy hubieran querido ver a sus representantes portarse cortesmente con el Jefe del Estado.
Volviendo al fondo del discurso. Creo que habéis dado en el clavo Señor. La Corona debe ser un símbolo de la unidad de España, pero también un referente y ejemplo para todos los españoles; de lo contrario la Corona no nos servirá. Ahora la pelota está en vuestro tejado. A partir de hoy es el momento de irse ganando el afecto y apoyo de todos para poder emprender un nuevo camino juntos, si no vuestro pueblo os lo demandará y os apartará del camino. Obras son amores... Y desde el minuto uno, tanto dentro como fuera de España comienzan los análisis con lupa.

Se ha citado a Europa, Iberoamérica y los países árabes. Habéis tenido buen maestro, no desperdiciéis ni sus enseñanzas ni sus consejos. Creo que no hace falta recordar que la historia de la nación española sería otra sin que en su contexto aparezcan estos territorios. Hoy más que nunca hemos de conseguir mayores alianzas y mayores lazos de amistad. Para eso también habéis ocupado el trono.
Alabo el gusto de haber terminado dando las gracias en las otras lenguas cooficiales en sus correspondientes territorios de España, pero creo sinceramente que no hubiese sido incompatible haber cerrado vuestro discurso, en momento tan solemne, con el clásico ¡Viva España!
Por mi parte, ¡Viva el Rey!

martes, 17 de junio de 2014

Primera oportunidad de F6: El discurso

Tenía pensada una entrada sobre lo divertido que puede ser hablar en público, pero tras una lectura rápida de la prensa de los últimos días, he cambiado de opinión. Lo dejaré para la próxima.
He pensado que desentonaría si no aprovecho mi propio espacio para escribir sobre el asunto que esta semana hará historia de España. Así que estos renglones aluden a quien va a ser nuestro próximo Rey.
Monárquicos, republicanos, nacionales, nacionalistas, derechas, izquierdas (hasta la extrema), empresarios, sindicatos, directores de medios, reporteros, gente de bien, mala gente, juristas, legos, funcionarios, desempleados, platós de televisión, tertulias de radio... Todo el mundo aprovecha estos días a lanzar su opinión en forma de deseo sobre qué debe ser o qué debe hacer el nuevo monarca.

Será muy interesante seguir de cerca todo el protocolo y el ceremonial preparado para la ocasión; por novedoso e inusual. Imagino que serán muchos los análisis de las novedades y muchas las comparaciones con el mismo acto que protagonizó el Rey Don Juan Carlos hace 39 años. Habrá que verlo y tiempo tendremos de comentarlo.
Hoy, más que las cuestiones de ceremonial, me interesa el discurso de Felipe VI: lo que va a decir y cómo lo va a decir.
Porque lo cierto es que los españoles vamos a estar muy pendientes. No están las cosas para andarse por las ramas. Ni para él, el Rey, ni para nosotros, los ciudadanos.
Me satisface enormemente haber escuchado que S.A.R. el Príncipe de Asturias ha compaginado estos días su apretada agenda de actos oficiales con la dedicación del tiempo necesario para la preparación del discurso. Es fundamental para conseguir una buena comunicación personal prepararse, prepararse mucho y ensayar.
A partir de ahí, Señor, espero que acudáis en vuestro discurso a los tres elementos esenciales de la comunicación humana: la claridad, la credibilidad y la emoción.
Vos, Señor, tenéis la obligación de persuadir a los españoles y españolas que estaremos pendientes de cómo se escribe otra página de nuestra historia; la historia de una nación que lleva unida más de 500 años. Por eso estaremos muy pendientes de su palabra. Del contenido de vuestra palabra y de vuestra elocución y pronunciación como expresión máxima de la claridad que necesitamos para ser persuadidos de que vuestra Jefatura de Estado será próspera para nuestra nación.
También estaremos muy pendientes de vuestras argumentaciones. La dialéctica, que no es otra cosa que el arte de argumentar, se hará esencial para que lo que nos traslade tenga visos de credibilidad. Debéis esforzaros, Señor, en resultar creíble porque no tenéis el beneficio de la duda ante el pueblo español.

Y, por supuesto, analizaremos vuestros gestos, vuestros movimientos, vuestras expresiones corporales que, junto con el poder de la palabra son imprescindibles para que lo que nos transmita nos llene de emoción. Está muy bien buscar el afecto y el cariño dando a conocer un par de fotos de revista mostrando a todos la felicidad que siente escoltado por sus dos hijas (guapísimas, por cierto). Pero los españoles necesitamos emoción para poder hacernos partícipes de vuestras intenciones, de vuestros objetivos. 

Claridad, credibilidad y emoción necesarias para que vuestro pueblo os siga y os empuje en la tarea de representar a la nación española como su máximo exponente.
Así pues, y dicho lo cual, traigo aquí los inolvidables versos entre D. Luis y D. Juan, de mi paisano José Zorrilla en su Tenorio:
"¿Estamos listos?
Estamos
Como quien somos cumplimos
Veamos pues lo que hicimos..."

miércoles, 4 de junio de 2014

Imágenes de una abdicación

Son muchas las imágenes que están apareciendo en los medios de comunicación, como es lógico, una vez conocida la abdicación de S.M. el Rey D. Juan Carlos I. Cada medio ha hecho una selección de lo que a su juicio han sido las más significativas. Pero reparemos en las que se han proporcionado o generado desde la propia Casa, bien directamente o buscadas a través de "agenda".
Parece lógico que nada quede a la improvisación (aunque algunas veces ocurre). La pregunta es si esta vez han afinado. Vaya por delante que soy consciente de la multitud de versiones y opiniones que puede haber sobre el asunto. Aquí está la mía.
Es evidente que el anuncio en imágenes se hace con el máximo rigor, en el despacho, con el presidente del Gobierno, cada detalle en su sitio (foto de D. Juan y de los Príncipes incluidas), con copia del documento, escueto, de la abdicación, con la seriedad, pero también con la normalidad de otras ocasiones que incluye un emotivo gesto en el saludo de Su Majestad hacia el presidente.

Protagonismo absoluto del Rey, como no puede ser de otra forma, en su mensaje a los españoles, aunque a alguno nos hubiera gustado algún gesto en imágenes hacia la Reina, además del escueto gracias en el discurso. Perfectamente ordenado su austero despacho con el conocido ejemplar de la Constitución y dos fotografías perfectamente colocadas que nos recuerdan la línea sucesoria y, de nuevo D. Juan, marcando claramente el objetivo y los protagonistas.

Y hoy, las portadas de los periódicos reproducen otro momento histórico. Padre e hijo juntos tras la abdicación en un acto militar. Foto que, por supuesto, quien organiza la agenda sabe que va a ser "la foto". Y aquí es donde me asaltan las dudas: ¿era lo mejor esa aparición precisamente en un acto militar? ¿Se ha hecho a propósito queriendo buscar un refuerzo extra ante el pueblo español? ¿Jurídica y protocolariamente se han hecho las cosas correctamente?




martes, 3 de junio de 2014

El comienzo

Siempre he pensado que cualquier acción humana, salvo el amor, debe tener justificación; aunque sea para uno mismo. Por eso quiero justificar este  "obrador de palabras".

Hoy pongo en marcha un espacio personal relacionado directamente con uno de mis ámbitos profesionales donde pretendo, al menos una vez por semana, compartir reflexiones en torno a la comunicación, la oratoria, las relaciones públicas, el protocolo...


Trataré únicamente de aportar, desde mi conocimiento y mi experiencia (siempre desde el respeto), puntos de vista que puedan ser compartidos, bien porque sean coincidentes o justamente por lo contrario.


Creo firmemente que esta herramienta de comunicación, que es el blog, enriquece, sobre todo a quien se compromete a escribir con periodicidad sometiéndose al juicio de quien lo lee.


Por ello, te agradezco que hayas llegado hasta aquí; y si tomas la decisión de seguir este taller artesanal de la palabra, espero no decepcionarte.