miércoles, 10 de noviembre de 2021

Yo le compraría el coche a Ayuso

Resulta inevitable acercarme a este escaparate personal para dejar mi opinión sobre la entrevista que ayer, 9 de noviembre, realizó Pablo Motos, en su programa “El Hormiguero” a la presidenta de la comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.

Cuestiones ideológicas al margen, lo de Ayuso en “El Hormiguero” estuvo rozando la perfección desde el prisma de la comunicación. Si de comunicación eficaz se trata, Ayuso cumplió y dominó, con creces, lo que yo vengo en denominar las 3 ces de la comunicación: claridad, credibilidad y corazón (emociones).

Comunicación verbal, paralingüística y no verbal al servicio de la comunicación. Y todo ello, ejecutado con la madre de todas las habilidades sociales (¿o no es una habilidad?) que encumbra a los líderes potentes: la naturalidad. Una naturalidad insultante. Una naturalidad no fingida que le hace creíble (Es muy difícil fingir el rubor y Ayuso se ruborizó, al menos en un par de ocasiones). Una naturalidad que al propio Kennedy le hubiera llevado a comprarle su coche usado a diferencia de lo que hubiera hecho, en su momento, con el de su contrincante Nixon.


Su comunicación verbal fue en todo momento fluida, sencilla y comprensible, con frases cortas, sin subordinadas, sin estridencias y sin muletillas. No reusó ni esquivó tema alguno desde el punto de vista del contenido.


La parte de comunicación paralingüística, en mi opinión fue magistral. Tono coloquial sin llegar al compadreo, uso de silencios oportunos que enfatizaban sus mensajes, uso de diferentes tonos en función del tema del que estaba hablando, pero sin perder, nunca, la serenidad y con especial habilidad su uso de la ironía cómplice con el público del plató (y de casa).

En cuanto al aspecto no verbal, desde su entrada a la indumentaria, pasando por un contacto visual permanente con el entrevistador y con el público, la cantidad de registros faciales y el acompañamiento de sus manos, hasta su permanente sonrisa, Ayuso consiguió ser lo que, a día de hoy, la mayoría de ciudadanos buscamos en el líder político: creíble, natural y empático.

Ayuso construyó, en 60 minutos, el relato de una política responsable, que asume el dolor y acompaña en el dolor como parte de sus responsabilidades, que a cambio de votos devuelve preocupación por los problemas y necesidades de las personas, que le interesa más la vida de la gente y el bar de abajo que los despachos, una política sin complejos que dice lo que piensa, que trabaja en equipo y se muestra en libertad y sin ataduras. Tanto que hasta confesó (a sus antiguos compañeros de facultad Trancas y Barrancas) tener un segundo tatuaje.

Y además de todo ello, demostró que, efectivamente, es una apasionada de la música española de los 80 y 90. Difícil hacerlo mejor.