La mentira está de moda. La mentira se ha instalado en buena parte del relato político. Sumidos en el relativismo ya desde hace unas décadas, la mentira ha tomado posesión en el independentismo catalán. Y esto es así porque hemos aceptado como bueno que la verdad es relativa. Me provoca tristeza e impotencia esta realidad. Tristeza porque, a pesar de lo que esté instalado en el pensamiento colectivo, un político no debería mentir, no es rentable. Impotencia porque desde mi humilde rincón de consultor político, echo de menos la puesta en marcha de antídotos contra esa gran mentira por parte de quien defiende de forma clara e indiscutible la legalidad constitucional, es decir, la verdad.
La lucha de relatos, si es que existe relato entre los representantes del constitucionalismo, está teniendo un claro ganador. Ganan en storytelling, ganan en estética y escenografía, ganan en lenguaje corporal, ganan por mayoría en los medios de comunicación (porque les tratan mejor, incluida RTVE) y ganan en el mundo de las redes sociales. Ideas y conceptos como democracia, presos políticos, libertad, derecho a decidir, futuro, opresión, violencia gubernamental, pueblo oprimido y un largo etcétera están del lado de los mentirosos.
Sí, ya sé que la Justicia está con la verdad. Menos mal. Y la economía con la realidad. Pero no va a bastar. Hoy he visto miles de personas en manifestación, cuya cabeza estaba compuesta por los familiares de los presos (presuntos delincuentes). Una manifestación que ha vuelto a estar perfectamente organizada y "orquestada" con final de música de violines. Lo de los familiares pidiendo libertad para presos políticos imagino que te recuerda lo que a mi...Escuchar al jefe de esta mafia decir, desde un falso exilio, que le están equiparando a pederastas y violadores provoca vómito a cualquier mente que no esté enferma. Así podríamos seguir... pero sigo pensando que ganan en el relato. Y creo que ganan porque no tienen relato en contra. Enfrente sólo tienen la acción de la Justicia. (que, encima les ha convertido en víctimas para su público).
Para quien se dedica a la comunicación como yo, es desolador que la mentira gane a la verdad por falta de confección de relato. Y más con los ingredientes que podría tener: el derecho soberano de todos los españoles a decidir sobre su territorio, la voz de millones de españoles olvidados en Cataluña, el rechazo unánime de las democracias europeas consolidadas, la respuesta del mundo económico (incluido el catalán), la fortaleza de la Jefatura del Estado, los informes de entidades independientes del extranjero que no ponen en cuestión nuestra democracia y nuestro estado de derecho (incluida Amnistía Internacional), la unidad política mayoritaria en torno al 155, incluso el 3%, la gran actividad (por fin) de organizaciones civiles e individuos en las redes sociales... Creo que sobran argumentos para relatar una historia emocionante y épica basada en la verdad que deje al descubierto el gran vodevil montado por una minoría y sufragado con el dinero de todos. Eso sí, para hacerlo hay que tener voluntad, capacidad de liderazgo y altura de miras, tres características indispensables de un perfil político idóneo. Y, por supuesto, un trabajo profesional en todos los ámbitos
que contempla la comunicación pública.
De esta forma creo, humildemente, que la solución al problema iría más rápida. Mientras tanto la Justicia deberá seguir haciendo su trabajo y otros podrán desplazarse allende los mares para ejercer de revolucionario, tal cual Tancredi en Gatopardo, regalando camisetas de CR7 y balones firmados por Bale a Evo Morales a cambio de un premio al "mérito democrático" (todo muy patriótico)