Mientras suena de fondo el soniquete que anuncia en nuestro país, de verdad, el comienzo de la Navidad, he recordado que me había propuesto escribir sobre la importancia de los símbolos, antes de analizar un año más, el discurso más esperado por los españoles el día de Nochebuena.
La Real Academia define símbolo
como “Elemento u objeto material que, por convención o asociación, se considera
representativo de una entidad, de una idea, de una cierta condición, etc. (La
bandera es símbolo de la patria. La paloma es el símbolo de la paz.)”
El símbolo es uno de los
elementos más importantes de cualquier lenguaje ya que sirve para comunicar,
pero sin necesitar grandes textos o palabras. Esto sucede porque inmediatamente
es reconocido y aquel que como público lo observa debe conocer su significado
para comprender a qué hace referencia.
El símbolo es un elemento
importante de la comunicación entre los seres humanos. Y también lo es, por
supuesto, en comunicación empresarial y en la comunicación política. Tanto que,
de forma expansiva, han pasado a convertirse en símbolos realidades no
materiales como son actitudes, ideas y marcos mentales.
El símbolo, como atajo cognitivo
para el ser humano, no debería perder su permanente importancia para empresas y
entidades; tampoco para las personas a título individual. El ser humano es
social y su lugar en el mundo es definido mediante símbolos. Los símbolos son
como puntos de referencia física y mental que le ligan con los demás. Por este
motivo, en ocasiones, se convierte en objetivo del adversario liquidar,
destruir o hurtar esos que consideramos nuestros símbolos.
Los niños de San Ildefonso acaban
de anunciar el Gordo de Navidad y, un año más (y hoy no es poca cosa), debo
conformarme con tener salud.
En lo que a mí respecta, seguiré
cuidando mis símbolos y los de mi civilización, así que, querido lector… Te
deseo una Feliz Navidad y que el Niño Dios te colme de bendiciones.