Dicen los expertos que la empatía
es uno de los elementos del liderazgo moderno. Goleman, padre de la
inteligencia emocional habla de la preocupación empática por la que, no solo
comprendemos lo que piensa una persona y sentimos como ella, sino que nos
movilizamos espontáneamente para ayudarla. Se supone que es la nueva
indumentaria moral que nos hace mejores en el amplio sentido de la palabra,
aunque siempre muy cercana al riesgo de la impostura.
A pocos metros de la empatía se
sitúa un valor (¿) ancestral del ser humano: la compasión, definida como sentimiento
de pena, de ternura y de identificación con los males de alguien. Un valor que
filósofos como Arteta vincula con la solidaridad.
En definitiva, hay que saber colocarse en el lugar del otro,
entender sus motivos y, sobre todo, hacérselo notar para que sienta nuestro
calor.
A la hora que escribo esta reflexión, van ya 18.255 fallecidos oficiales por coronavirus en España. Ni más ni menos que 18.255 familias españolas sumidas en el dolor y la tristeza.
¿Qué está pasando? ¿De verdad creemos
que no dar visibilidad al drama de más de 18.000 familias convertidas en
simples cifras es empático, compasivo o solidario? ¿Quién ha decidido que la
sociedad española no está preparada para soportar las imágenes de los féretros
de esos miles de españoles arrasados por el virus? ¿Es más empático, compasivo
y solidario cebarnos con los muertos de otros países o con las interminables muestras
de originalidad generadas desde nuestras ventanas y balcones?
Algunas estrategias de
comunicación política y de propaganda, así como algunas formas de hacer periodismo, en pleno siglo XXI, debieran hacérselo
mirar, incluso por salud democrática.
Por cierto, la empatía también se
puede mostrar con pequeños detalles de indumentaria. Es fácil, es una habilidad
social y se puede entrenar. Sería un buen detalle.
#QuédateEnCasa #YoSigoEnCasa