Parece evidente el hartazgo del personal ante la situación política española.
Y no quisiera yo contribuir a su aumento, pero, querido lector, comprenderás que si hoy escribiera sobre las partes fundamentales de un discurso, pensarías, a buen seguro, que estoy ajeno a la realidad y fuera de onda, si no enajenado.
Hemos asistido ayer a una puesta en escena de cierta inteligencia política.
Al menos para que alguno intente salvar los muebles dentro de su casa y de cara a unas nuevas elecciones.
A pesar de los resultados del 20-D parece claro que los "pensantes" siguen confiados (¿no sin razón?) que las elecciones en España (como en la mayoría de los países civilizados) se ganan por el centro.
Y la operación "puro teatro" es correcta. No me negarán que tanto Sánchez como Rivera han ocupado mediante un acuerdo al más puro estilo serie americana, el centro del tablero y, lo que es más importante para ellos, el centro político.
Digan lo que digan, constituye una evidencia que Partido Popular y Podemos han quedado a los extremos del espectro político español.
El motivo, en mi opinión es muy claro. Cuando uno no ejerce el liderazgo y no domina la agenda, viene otro, ocupa tu lugar y te marca la agenda. Y eso es lo que le ha pasado, hasta el momento, al PP.
Que no digo yo que no tenga remedio para el Partido Popular, pero ahora toca remontada.
Tengo meridianamente claro, pensando en la psicología del votante y en los vaivenes de la opinión pública gracias a la influencia de la opinión publicada, que si hay nuevas elecciones el que más se desgastará será aquél que aparezca ante los ciudadanos como responsable de no haber llegado a un acuerdo de gobierno para España, y por lo tanto, responsable de tener que celebrar nuevas elecciones.
Por eso creo que al Partido Popular le queda espacio y recorrido para reaccionar, porque además lo vivido ayer, como dice la canción, es puro teatro.
O si no, que alguien me explique cómo de un acuerdo de más de 200 puntos y 60 páginas, lo que resaltan los partidos firmantes (que no conforman mayoría) son cinco puntos que casi dan risa: diputaciones, iniciativa legislativa popular, limitación de mandatos...
¿Esto es lo que de verdad preocupa a los españoles? ¿Realmente son los problemas de España?
Seguimos en tiempos de marketing político sin ningún atisbo de altura de miras para nuestra Nación.
Lo dicho, recordando al portorriqueño Tito Curet, puro teatro.