martes, 9 de mayo de 2017

Los silencios

Llevo queriendo escribir desde hace tres semanas sobre el silencio y no lo he conseguido hasta hoy por diferentes motivos. Justo terminada, y vivida, la Semana Santa en mi ciudad me dí cuenta que tenía que escribir sobre los silencios por la importancia que tienen. De eso te das cuenta acompañando a las procesiones de Valladolid o escuchando alguna de las intervenciones de Obama o del Papa Francisco.

Hablo de la importancia del silencio, o los silencios. desde un punto de vista práctico en la comunicación eficaz y persuasiva, aunque sea inevitable recordar las palabras del porteño Borges que decía aquello de "no hables a menos que puedas mejorar el silencio".

El silencio (los silencios), como en las composiciones musicales, constituyen una herramienta fundamental de la comunicación. Da igual que hablemos de la comunicación pública, corporativa, o de la comunicación personal. Siempre tenemos que tener en cuenta el silencio, los silencios.

En la comunicación pública, incluso en situaciones de crisis, hay que valorar la oportunidad de callar. Al menos hasta que no se tenga claro qué decir y qué poder contar. Aún a riesgo de que por guardar silencio otro ocupe nuestro espacio hay que valorar nuestros silencios. A veces basta con comunicarlo, es decir, decir que no tenemos nada que decir.
Algunas corporaciones, compañías o gobiernos hubieran agradecido un poco más de silencio y menos precipitación a la hora de afrontar una situación de crisis.

Pero hoy quería centrarme más en el silencio (los silencios) como elemento paralingüístico  y como herramienta en la práctica de la oratoria en la comunicación personal.
El uso del silencio aumenta exponencialmente la eficacia de nuestra comunicación si es utilizado con habilidad y en los momentos oportunos.
El silencio es el mayor aliado para centrar la atención del auditorio. Por ejemplo, un silencio tras el saludo inicial es la mejor llamada de atención ante cualquier tipo de auditorio para comenzar a trasladar nuestro mensaje. Un silencio nos ayudará a recuperar la atención de quienes nos lleven escuchando unos minutos y probablemente estén a punto de desconectar.
El silencio, de apenas un par de segundos, ayudará a quien nos escucha a no abandonar el hilo argumental que le estamos ofreciendo.
El silencio también nos ayudará antes y después de marcar nuestros mensajes, aquello que realmente nos interesa que quede en el recuerdo del oyente o espectador. 
El silencio nos ayudará a taladrar la mente del auditorio para que a través de ese agujero penetren las palabras, las ideas que consigan persuadir a quien nos escucha.
Un silencio, incluso, nos ayuda a mantener una buena respiración y a beber un pequeño trago de agua para desterrar cualquier síntoma de nerviosismo escénico.
Como veis, son todo ventajas.

Es agradable comprobar en los entrenamientos la sorpresa de muchos (sobre todo jóvenes) cuando se dan cuenta que parte del tiempo de su intervención ante los demás debe estar compuesta de silencios para conseguir la atención, ganar eficacia o resultar más persuasivos.
Bien administrados, los silencios constituyen una de las claves de las intervenciones exitosas. Como en las composiciones musicales. 

1 comentario:

  1. Solo existe una frase para tu escrito, el que encuentro realmente ameno y muy bonito.
    Cuando ves lo que somos y lo que representa la vida, sólo el silencio es grande, todo lo demás es debilidad.

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