Fue el griego Plutarco el que dijo que "hablar es sembrar; escuchar es recoger". Y quizá, a partir de ayer, todos y cada uno de los participantes en el espectáculo llevado a cabo, recojan lo que escuchen pero sobre todo, lo que han sembrado (hablado o callado).
La política es legalidad, pero también hechos, también gestos, también comunicación.
No voy a entrar en la parte que tiene que ver con la legalidad, muy importante, y en la que parece que van a entrar jueces y fiscales aunque sea tímidamente. Esa parte de la batalla tiene sus tiempos. Pero sí quiero analizar la parte que tiene que ver, precisamente, con la comunicación, parte también muy importante de este escenario en el mal llamado proceso de participación ciudadana.
En este caso, centro mi atención en cuatro ámbitos que, para mi, son fundamentales. Las palabras, los mensajes, los gestos y las imágenes.
Las palabras importan, y mucho. ¿Por qué no se han utilizado correctamente? Una vez más, una minoría (al más puro estilo "gramsciano") ha colocado su terminología sobre el colectivo. Términos como "consulta", "derecho a decidir", "proceso de participación ciudadana", "legitimidad", "pueblo catalán"... han ocultado los conceptos de "ilegalidad", "mayoría", "soberanía nacional", "estado de derecho" o, por ejemplo, "secesión" que significa ni más ni menos que "acto de separarse de una nación parte de su pueblo y territorio".
Los mensajes. Aparentemente han sido claros desde el gobierno y los partidos constitucionalistas, pero ¿dónde ha estado el problema para que en la conciencia colectiva haya pesado más el mensaje de los "independentistas"?, o mejor dicho que no se haya sentido la contundencia en el mensaje del gobierno de España. Y no podemos echarle la culpa sólo a los mensajeros. ¿Cómo es posible que con un 28% en un proceso que ha tenido menos garantías que una votación en la Chimbamba quien ha perdido parece que ha ganado? ¿Cómo no se ha atacado el propio proceso por irregular, antidemocrático, falto de limpieza y rigor? ¿Por qué no se contraponen con fortaleza objetiva los números, no ya del resto de España sino de la propia Cataluña? etc. etc.
Los gestos. Me quedo con uno. Comparecencia de valoración, sin preguntas, en nombre del Gobierno, del recién nombrado ministro de Justicia (por cierto, a día de hoy, un auténtico desconocido). Pretender dejar este asunto en el ámbito de la justicia me da idea de que, una vez más, se ha optado por perfil bajo. Lo que pasa es que muchos millones de catalanes y muchos millones de españoles se han quedado huérfanos de liderazgo político durante la jornada de domingo y lunes (me remito a la lectura de la prensa de hoy).
Son formas de ver los escenarios. Espero estar equivocado. Veremos las consecuencias. Imagino que en días sucesivos se intentará redirigir con serenidad y fortaleza todo este desaguisado. Siguiendo a Plutarco, si poco se habló, poco se sembró. Si poco se escucha, poco se recoge.
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