lunes, 7 de julio de 2014

¡Venimos a pasarlo bien!

¡Venimos a pasarlo bien! era el grito de guerra que siempre utilicé con mis chicos y chicas en una lejana etapa en la que mi afición por el deporte de la canasta me llevó a sentarme en el banquillo todos los fines de semana del curso escolar. Se trataba de concienciarnos de que, aunque la actividad exigía esfuerzo y preparación, no por ello dejaba de ser divertida.
Esta idea es la que sigo usando en mis entrenamientos de oratoria con mis clientes porque creo sinceramente que para cogerle el gusto a hablar a los demás, nos lo tenemos que pasar bien.
Hablar en público nos tiene que divertir. Hemos de quitarnos los miedos, las vergüenzas y afrontar el camino de nuestra comunicación hacia los demás como un camino apasionante y divertido; muy divertido.
Sigo pensando que hoy, como siempre, hablar bien es el instrumento más importante de la cultura y de la formación del hombre. ¿Por qué, entonces, nos encontramos con demasiadas personas que, lejos de divertirse, les supone un auténtico calvario? Quizás nos ocurra lo de aquel genial slogan publicitario y es que "lo hemos probado poco".
Querido lector, si eres de los que sufre y cae en las garras del miedo escénico con nervios, sudores, palpitaciones, sequedad etc., plántale cara y adelante: diviértete comunicando a los demás, hablando en público.
Te costará algo de esfuerzo, pero merece la pena. Vas a tener que entrenar, como para andar en bicicleta por la montaña. Pero cuanto más tiempo entrenes más destreza adquirirás; y como con la bicicleta, a mayor entrenamiento mayor disfrute de la montaña, sus paisajes y sus retos.
Comienza por tus círculos más cercanos, con tus amigos. Practica con ellos hablar con claridad, con credibilidad y con emoción. Para ello, lógicamente tienes que saber de lo que hablas, tienes que conocer la materia. Eso te hará ganar seguridad.
Y ensaya. Ensaya mucho. Haz de tus actos cotidianos un permanente ensayo y verás como te llegas a divertir. Imagínate situaciones posibles y cómo las resolverías llegado el caso. Analiza cómo lo hacen otros y cómo lo harías tú. Cultiva tus habilidades teniendo en cuenta que para lograr una comunicación efectiva son ingredientes principales la humildad y la simpatía.
Recuerda que más del 80% de nuestra comunicación es comunicación no verbal. Emitimos mensajes a través de los gestos, las posturas, nuestras expresiones faciales y nuestros movimientos.
Puede ser divertido preocuparnos más por nuestro tono de voz, el ritmo al hablar, el volumen con el que nos dirigimos a los demás, incluso cultivar los silencios. Puede ser divertido analizar nuestras expresiones faciales, nuestra mirada, las posturas habituales que adoptamos cuando estamos con otros, nuestros gestos (sobre todo nuestras manos). Y puede ser divertido estudiar nuestro estilo personal: la forma de vestir, la forma de caminar, nuestros movimientos y rasgos faciales...
Esta es mi manera de animar a todos a hacer un esfuerzo por comunicar mejor, convencido de que ello nos hace más libres y más felices.

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