domingo, 31 de enero de 2016

Callejón sin salida

Al margen de opiniones, nadie podrá negar que la situación política no está efervescente. Tanto, que hoy vuelvo a asomarme a esta ventana, cuando tan sólo ha pasado una semana desde mi reivindicación de Azaña y OrtegaAunque ahora ya, siempre en mi opinión, van tomando más peso las propias estrategias políticas que la comunicación política en sí misma.

Bertolt Brecht
Tengo la sensación de que la materia gris de los partidos políticos (que la hay en casi todos, estoy convencido) se ha puesto manos a la obra y piensan más en Maquiavelo, Sun Tzu o Bertolt Brecht que en Juego de Tronos o Borgen. Que conste que esto, por sí, no lo considero ni mejor ni peor a la hora de despejar la situación de este callejón sin salida, pero, al menos, eleva el nivel. Al menos podemos empezar a tener sensación de que los líderes abandonan sus egocéntricas posturas y nos alivian por unas horas de la mediocridad de la primacía de las ambiciones e intereses personales.

El inteligente regate de Sánchez este fin de semana trasladando a la militancia el poder de opinión sobre futuros pactos le da oxigeno y fuerza de liderazgo para sobrevivir en un callejón sin salida en el que, si llega a ser necesario, quemará todas sus naves como enseñó el viejo general chino, mientras siguiendo las enseñanzas de don Nicolás sigue negándose a cerrar una alianza con alguien más poderoso que él para atacar a otro.

En ese mismo callejón se encuentran otros que parece que se apuntan a aquello de que, dado que las fuerzas de los ejércitos nunca son iguales, por eso los pequeños deben aprovechar las flaquezas de los grandes. Y ahí están, esperando su oportunidad de ser la tercera vía.

Nicolás Maquiavelo
Por supuesto, confluyen en el callejón los que siguiendo las consignas del gran dramaturgo y creador del teatro épico, el comunista Brecht, piensan que "las revoluciones se producen en los callejones sin salida". Éstos, lógicamente, siguen encantados de conocerse en el callejón.

Por último, en ese callejón, también están los que, acudiendo a los manuales de autoayuda (ahora se llevan mucho) piensan que lo mejor para escapar de un callejón sin salida es salir por donde se ha entrado. Es probable que esto lo piensen porque no queda más remedio ante la negativa verbal y "no verbal" de quienes pudiendo, se niegan a tal noviazgo por las razones anteriormente expuestas.

Y, quizás, sería la mejor solución. Que salgan todos del callejón otra vez y empecemos de cero (bueno...eso sería imposible). Pero puestos a mirar el futuro con esperanza, algunos podríamos soñar con nuevos (¡nuevas!) protagonistas y con cierta corrección en la expresión de la soberanía popular respecto de los resultados del 20-D.
Aunque sé que esto último no le gustaría a Bertolt Brecht.

domingo, 24 de enero de 2016

¿Qué está pasando?

Mi intención cuando escribo en este blog, siempre es dar mi opinión profesional sobre circunstancias, hechos, actitudes o estudios relacionados con la comunicación. Mayoritariamente sobre la comunicación política. Pero lo cierto es que hoy, tras los acontecimientos acaecidos en los últimos días en la escena política, no tengo fuerzas, ni ganas.
Es verdad que ha habido movimientos, mensajes, gestos, estrategias... que han revolucionado como nunca la comunicación política. Pero, miren, honestamente siempre he pensado que la comunicación y el marketing político son herramientas para dar a conocer ampliamente a los ciudadanos los mensajes, los principios o las acciones de gobierno de quienes participan en democracia respetando las reglas del juego. 
Pero cuando esas herramientas se perfilan como lo sustantivo, lo esencial, lo imprescindible por encima de los valores a trasladar, los principios a defender o las acciones a llevar a cabo en beneficio de la colectividad y de los ciudadanos con nombre y apellidos, es cuando me quedo sin fuerzas y sin ganas para escribir desde un punto de vista profesional porque tengo cierta sensación de obscenidad.
Sin embargo no me resisto a reivindicar para la política, en la situación actual, la prudencia, la altura de miras, el juego limpio y la sensatez. Porque está en juego la estabilidad de mi Nación. Y por consiguiente, está en juego el futuro y el bienestar de todos, también el de nuestros hijos y eso, me preocupa más que cualquier análisis técnico sobre las diferentes estrategias.
¿Por qué toda esta zozobra y esta tensión? ¿Ya no recordamos que en el año 1996 se tardó dos meses en conformar gobierno y durante ese tiempo no se llevó a la opinión pública al borde del histerismo?
¿Acaso ya no tenemos en las filas de los partidos políticos personajes de la talla de Azaña, Ortega y Gasset o Fernando de los Ríos que trasladen a los ciudadanos, desde la discrepancia pero con contundencia la diferencia entre lo principal y lo accesorio?
¿Dónde están las voces de los intelectuales de este país. Ya no quedan o es que a los medios de comunicación no les interesa ponerles el micrófono porque no aumentan las audiencias?
¿Es obligatorio escribir nuestra historia sobre el guión de Juego de Tronos o Borgen, o seremos capaces de demostrar que somos dueños de nuestro propio futuro?
¿La regeneración pasa por amortizar y dilapidar la opinión de quienes con su experiencia y conocimiento pueden aportar las soluciones y los caminos a seguir en estos tiempos de indefinición y duda?
¿Será posible que alguien nos haga recordar a todos que el humanismo es la base de la social democracia, el liberalismo y la democracia cristiana (pensamientos que han traído en todo el planeta el bienestar de las personas) y que lo demás es un troyano cuyo objetivo es desmantelar el actual sistema de convivencia?
¿Qué está pasando?

miércoles, 13 de enero de 2016

España y Cataluña. Comunicación y propaganda.

Podía escribir hoy sobre la imagen (que cada uno la califique como quiera) de una diputada sentándose en su escaño con su bebé (cada vez menos bebé) en vez de dejarlo en la guardería del Congreso durante su jornada laboral (como hacen muchas madres y padres de España). Pero no lo voy a hacer por respeto al menor; la criatura no tiene la culpa.

Escribiré sobre el asunto que, para mí, acecha gravemente sobre el bienestar de los españoles: el nuevo gobierno de Cataluña. Espero no caer en el error de llevarme por mis convicciones políticas (que las tengo) y limitarme a comentarios profesionales sobre lo que está ocurriendo en la comunidad autónoma de Cataluña respecto a su incardinación en el conjunto de España.

Creo firmemente que las batallas dialécticas y mediáticas no se ganan sólo con la aplicación de la legalidad vigente. A la propaganda se le puede hacer frente con buena comunicación. Por eso pienso que, al margen de las acciones legales que tengan que llevar a cabo fiscales, abogados del Estado, tribunales de Justicia y el propio Gobierno de la Nación, también es imprescindible marcar las estrategias de comunicación necesarias para ganar a la propaganda.

Quienes llevan obcecados con romper España en las últimas décadas, desde luego, no se "cortan un pelo" y tienen muy clara su estrategia de propaganda que incluye hasta los más mínimos y pequeños (o no tan pequeños) detalles, siguiendo a rajatabla una serie de principios. A saber:
1.- Enemigo único. Hay que adoptar una sola idea y simbolizar al adversario en un único enemigo. España es el enemigo único a batir.
2.- Contagio. Tengo que reunir a mis adversarios en una sola categoría. Los que defienden la unidad de España están contra Cataluña, anticatalanes.
3.- Transposición. Respondo el ataque con el ataque cargando mis propios errores al adversario. No acato el Constitucional y me declaro republicano, pero recurro al Alto Tribunal buscando amparo y, por supuesto monto en cólera si S.M. El Rey no recibe a la presidenta de mi parlamento (la misma señora que incumple la ley de banderas y tapa el cuadro del Rey en el salón de plenos)
4.- Exageración. Exagero y desfiguro la realidad a mi favor. En este caso desfiguro hechos históricos probados o exagero anécdotas intrascendentes de la historia.
5.- Vulgarización. Por supuesto me dirijo a la masa por lo que el mensaje debe ser facilón y cortito. Cataluña es una nación.
6.- Orquestación. El mismo mensaje repetido y desde diferentes perspectivas aunque seamos los mismos. Ya sabemos... aquello de una mentira repetida mil veces se convierte en verdad.
7.- Renovación. Tengo que lanzar nuevas informaciones y de manera constante para interesar al público antes de que mi adversario responda. España nos roba, apuro los tiempos, Mas se aparta, sorpresa nuevo presidente, no acato la Constitución... y así permanentemente
8.- Verosimilitud. Todo tiene que tener apariencia de creíble, por eso a golpe de talonario subvenciono institutos, cátedras de universidad y fundaciones donde participan ¿"expertos"? que insisten en los mensajes (o dicen que Santa Teresa era catalana)
9.- Silenciación. Por supuesto de nuestros problemas y errores no se habla. Y nuestro aparato mediático acalla cualquier voz discordante. Aquí los ejemplos son múltiples.
10.- Transfusión. Sobre unas ideas preexistentes basadas en odios o prejuicios tradicionales difundimos argumentos que lo aumenten. Cataluña represaliada, Cataluña esquilmada, sólo Cataluña produce...
11.- Unanimidad. Por supuesto el individuo debe creer que piensa como todos los demás. Los catalanes quieren la independencia (con el 48% de los votos, supuestamente).

Por cierto, todos estos principios los desarrolló en la primera mitad del siglo XX un fulano llamado J. Goebbels. Espero que sólo sean éstos los ejemplos que pretenden tomar del sujeto en cuestión.

Pues bien, contra este tipo de propaganda, se puede luchar, con comunicación también. Espero que lo consigan de forma eficaz.