domingo, 24 de enero de 2016

¿Qué está pasando?

Mi intención cuando escribo en este blog, siempre es dar mi opinión profesional sobre circunstancias, hechos, actitudes o estudios relacionados con la comunicación. Mayoritariamente sobre la comunicación política. Pero lo cierto es que hoy, tras los acontecimientos acaecidos en los últimos días en la escena política, no tengo fuerzas, ni ganas.
Es verdad que ha habido movimientos, mensajes, gestos, estrategias... que han revolucionado como nunca la comunicación política. Pero, miren, honestamente siempre he pensado que la comunicación y el marketing político son herramientas para dar a conocer ampliamente a los ciudadanos los mensajes, los principios o las acciones de gobierno de quienes participan en democracia respetando las reglas del juego. 
Pero cuando esas herramientas se perfilan como lo sustantivo, lo esencial, lo imprescindible por encima de los valores a trasladar, los principios a defender o las acciones a llevar a cabo en beneficio de la colectividad y de los ciudadanos con nombre y apellidos, es cuando me quedo sin fuerzas y sin ganas para escribir desde un punto de vista profesional porque tengo cierta sensación de obscenidad.
Sin embargo no me resisto a reivindicar para la política, en la situación actual, la prudencia, la altura de miras, el juego limpio y la sensatez. Porque está en juego la estabilidad de mi Nación. Y por consiguiente, está en juego el futuro y el bienestar de todos, también el de nuestros hijos y eso, me preocupa más que cualquier análisis técnico sobre las diferentes estrategias.
¿Por qué toda esta zozobra y esta tensión? ¿Ya no recordamos que en el año 1996 se tardó dos meses en conformar gobierno y durante ese tiempo no se llevó a la opinión pública al borde del histerismo?
¿Acaso ya no tenemos en las filas de los partidos políticos personajes de la talla de Azaña, Ortega y Gasset o Fernando de los Ríos que trasladen a los ciudadanos, desde la discrepancia pero con contundencia la diferencia entre lo principal y lo accesorio?
¿Dónde están las voces de los intelectuales de este país. Ya no quedan o es que a los medios de comunicación no les interesa ponerles el micrófono porque no aumentan las audiencias?
¿Es obligatorio escribir nuestra historia sobre el guión de Juego de Tronos o Borgen, o seremos capaces de demostrar que somos dueños de nuestro propio futuro?
¿La regeneración pasa por amortizar y dilapidar la opinión de quienes con su experiencia y conocimiento pueden aportar las soluciones y los caminos a seguir en estos tiempos de indefinición y duda?
¿Será posible que alguien nos haga recordar a todos que el humanismo es la base de la social democracia, el liberalismo y la democracia cristiana (pensamientos que han traído en todo el planeta el bienestar de las personas) y que lo demás es un troyano cuyo objetivo es desmantelar el actual sistema de convivencia?
¿Qué está pasando?

No hay comentarios:

Publicar un comentario