martes, 11 de noviembre de 2014

La comunicación también es política: #9N

Incluso en un blog de "comunicación, oratoria y protocolo" como pretende ser este "Obrador de palabras" es imposible no escribir un 10 de noviembre sobre lo ocurrido ayer en Cataluña. Muchas son (y todavía quedan) las interpretaciones de politólogos, consultores políticos, asesores de comunicación, periodistas, políticos, partidos... incluso instituciones. Aquí va la mía por si sirve de reflexión o controversia a cualquiera que tenga a bien leer estos párrafos.

Fue el griego Plutarco el que dijo que "hablar es sembrar; escuchar es recoger". Y quizá, a partir de ayer, todos y cada uno de los participantes en el espectáculo llevado a cabo, recojan lo que escuchen pero sobre todo, lo que han sembrado (hablado o callado).
La política es legalidad, pero también hechos, también gestos, también comunicación.

No voy a entrar en la parte que tiene que ver con la legalidad, muy importante, y en la que parece que van a entrar jueces y fiscales aunque sea tímidamente. Esa parte de la batalla tiene sus tiempos. Pero sí quiero analizar la parte que tiene que ver, precisamente, con la comunicación, parte también muy importante de este escenario en el mal llamado proceso de participación ciudadana.

En este caso, centro mi atención en cuatro ámbitos que, para mi, son fundamentales. Las palabras, los mensajes, los gestos y las imágenes.

Las palabras importan, y mucho. ¿Por qué no se han utilizado correctamente? Una vez más, una minoría (al más puro estilo "gramsciano") ha colocado su terminología sobre el colectivo. Términos como "consulta", "derecho a decidir", "proceso de participación ciudadana", "legitimidad", "pueblo catalán"... han ocultado los conceptos de "ilegalidad", "mayoría", "soberanía nacional", "estado de derecho" o, por ejemplo, "secesión" que significa ni más ni menos que "acto de separarse de una nación parte de su pueblo y territorio".

Los mensajes. Aparentemente han sido claros desde el gobierno y los partidos constitucionalistas, pero ¿dónde ha estado el problema para que en la conciencia colectiva haya pesado más el mensaje de los "independentistas"?, o mejor dicho que no se haya sentido la contundencia en el mensaje del gobierno de España. Y no podemos echarle la culpa sólo a los mensajeros. ¿Cómo es posible que con un 28% en un proceso que ha tenido menos garantías que una votación en la Chimbamba quien ha perdido parece que ha ganado? ¿Cómo no se ha atacado el propio proceso por irregular, antidemocrático, falto de limpieza y rigor? ¿Por qué no se contraponen con fortaleza objetiva los números, no ya del resto de España sino de la propia Cataluña? etc. etc.

Las imágenes. También muy importantes y que los "independentistas" han manejado a su antojo en todo el territorio nacional. Se les ha dejado importantes huecos y quienes han intentado contrarrestar no han tenido el peso mediático suficiente. Quizás alguien pensó que el mejor lugar para estar los días previos al 9N era Extremadura en una convención de cargos electos del partido del gobierno (desde luego era otra posibilidad). Sí me parece acertado, sin embargo, no haber caído en la trampa de la posible foto del guardia civil retirando la urna de cartón. Pero el domingo y el lunes... han campado a su antojo, así cualquiera. 

Los gestos. Me quedo con uno. Comparecencia de valoración, sin preguntas, en nombre del Gobierno, del recién nombrado ministro de Justicia (por cierto, a día de hoy, un auténtico desconocido). Pretender dejar este asunto en el ámbito de la justicia me da idea de que, una vez más, se ha optado por perfil bajo. Lo que pasa es que muchos millones de catalanes y muchos millones de españoles se han quedado huérfanos de liderazgo político durante la jornada de domingo y lunes (me remito a la lectura de la prensa de hoy).

Son formas de ver los escenarios. Espero estar equivocado. Veremos las consecuencias. Imagino que en días sucesivos se intentará redirigir con serenidad y fortaleza todo este desaguisado. Siguiendo a Plutarco, si poco se habló, poco se sembró. Si poco se escucha, poco se recoge.

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