martes, 17 de junio de 2014

Primera oportunidad de F6: El discurso

Tenía pensada una entrada sobre lo divertido que puede ser hablar en público, pero tras una lectura rápida de la prensa de los últimos días, he cambiado de opinión. Lo dejaré para la próxima.
He pensado que desentonaría si no aprovecho mi propio espacio para escribir sobre el asunto que esta semana hará historia de España. Así que estos renglones aluden a quien va a ser nuestro próximo Rey.
Monárquicos, republicanos, nacionales, nacionalistas, derechas, izquierdas (hasta la extrema), empresarios, sindicatos, directores de medios, reporteros, gente de bien, mala gente, juristas, legos, funcionarios, desempleados, platós de televisión, tertulias de radio... Todo el mundo aprovecha estos días a lanzar su opinión en forma de deseo sobre qué debe ser o qué debe hacer el nuevo monarca.

Será muy interesante seguir de cerca todo el protocolo y el ceremonial preparado para la ocasión; por novedoso e inusual. Imagino que serán muchos los análisis de las novedades y muchas las comparaciones con el mismo acto que protagonizó el Rey Don Juan Carlos hace 39 años. Habrá que verlo y tiempo tendremos de comentarlo.
Hoy, más que las cuestiones de ceremonial, me interesa el discurso de Felipe VI: lo que va a decir y cómo lo va a decir.
Porque lo cierto es que los españoles vamos a estar muy pendientes. No están las cosas para andarse por las ramas. Ni para él, el Rey, ni para nosotros, los ciudadanos.
Me satisface enormemente haber escuchado que S.A.R. el Príncipe de Asturias ha compaginado estos días su apretada agenda de actos oficiales con la dedicación del tiempo necesario para la preparación del discurso. Es fundamental para conseguir una buena comunicación personal prepararse, prepararse mucho y ensayar.
A partir de ahí, Señor, espero que acudáis en vuestro discurso a los tres elementos esenciales de la comunicación humana: la claridad, la credibilidad y la emoción.
Vos, Señor, tenéis la obligación de persuadir a los españoles y españolas que estaremos pendientes de cómo se escribe otra página de nuestra historia; la historia de una nación que lleva unida más de 500 años. Por eso estaremos muy pendientes de su palabra. Del contenido de vuestra palabra y de vuestra elocución y pronunciación como expresión máxima de la claridad que necesitamos para ser persuadidos de que vuestra Jefatura de Estado será próspera para nuestra nación.
También estaremos muy pendientes de vuestras argumentaciones. La dialéctica, que no es otra cosa que el arte de argumentar, se hará esencial para que lo que nos traslade tenga visos de credibilidad. Debéis esforzaros, Señor, en resultar creíble porque no tenéis el beneficio de la duda ante el pueblo español.

Y, por supuesto, analizaremos vuestros gestos, vuestros movimientos, vuestras expresiones corporales que, junto con el poder de la palabra son imprescindibles para que lo que nos transmita nos llene de emoción. Está muy bien buscar el afecto y el cariño dando a conocer un par de fotos de revista mostrando a todos la felicidad que siente escoltado por sus dos hijas (guapísimas, por cierto). Pero los españoles necesitamos emoción para poder hacernos partícipes de vuestras intenciones, de vuestros objetivos. 

Claridad, credibilidad y emoción necesarias para que vuestro pueblo os siga y os empuje en la tarea de representar a la nación española como su máximo exponente.
Así pues, y dicho lo cual, traigo aquí los inolvidables versos entre D. Luis y D. Juan, de mi paisano José Zorrilla en su Tenorio:
"¿Estamos listos?
Estamos
Como quien somos cumplimos
Veamos pues lo que hicimos..."

1 comentario:

  1. Estimado Jesús, te han faltado los dos siguientes versos del Tenorio:

    DON JUAN: Bebamos antes
    DON LUIS. Bebamos.

    Y tengo por seguro que los españoles antes de entrar de hoz y coz en el "destripamiento" del monarca y de sus palabras debiéramos pararnos a pensar, animados por un trago de buen vino, en los antecedentes que han desembocado en este acto.
    Solamente pido un poco de mesura, un poco de desapasionamiento, muy poco de ideas preconcebidas, un poco de tolerancia, un poco de comprensión, un mucho de Historia, un trozo de sensatez y todo ello aliñado con un buen rato para pensar serenamente en las consecuencias del acto.
    Seguro que de adoptar esta postura las palabras de nuestro constitucional Rey no harán otra cosa que hacernos sentir bien, en paz con nosotros y con la nación que nos pertenece, dispuestos a trabajar por ella y por nosotros en unidad y concordia.
    Si así lo hacemos seguro que el discurso del Rey ejercerá de lluvia que hará florecer el esfuerzo común y ahogará las malas hierbas de la desunión.
    Así lo deseo, mientras tanto

    Bebamos antes, bebamos

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