El comienzo de 2020 se presenta
apasionante por el juego estratégico de todos los intervinientes con vistas a
seguir captando electores de cara a próximos comicios y apalancamiento de sus correspondientes
“negocios”. Además, parece que tendremos regalo de Reyes especial.
En los primeros años 30 del siglo
pasado, Antonio Gramsci, fundador del Partido Comunista Italiano y padre
espiritual de la izquierda europea, planteó, al margen de sus teorías y
principios ideológicos, el uso de herramientas y medios que facilitaran la hegemonía
cultural y el sometimiento a través del lenguaje como vía para la consecución
del poder político. La conquista cultural previa se hace imprescindible. La
realidad está definida por palabras, por lo que, afirma, “quien controla las
palabras controla la realidad”.
En 2012, Jonathan David Haidt,
psicólogo social estadounidense, desarrolla su teoría de los fundamentos
morales para intentar explicar los orígenes y las variaciones del razonamiento
moral. Los fundamentos de esta teoría se desarrollan a partir de diferencias
culturales para enfocarse posteriormente en la ideología política. Los fundamentos,
seis, se componen por una serie de valores y sus opuestos, centrados en
aspectos emocionales: Cuidado/daño: aprecio y protección de los demás; Justicia/engaño:
justicia representada por un acuerdo con normas compartidas; Lealtad/traición:
mantenerse con su grupo, familia o nación; Autoridad/subversión: obedecer a la
tradición y a la autoridad legitimada; Santidad/degradación: agrado por cosas o
acciones agradables; Libertad/opresión: nos mueve a la rebelión cuando nos
sentimos humillados.
Combinen ustedes “Cuadernos de la
cárcel” (Gramsci, A. 1929-1933) y “La mente de los justos” (Hait, J. 2012), es
decir, control del lenguaje + control de las emociones y podrán entender cómo y
porqué damos por sentadas y por buenas muchas de las cosas e ideas que, no hace
demasiado tiempo, ni siquiera compartíamos.
Por ejemplo, sólo así se explica que el propio
Rey, en su mensaje de Navidad, aludiera como un “todo” a Cataluña presentándola como una de las serias preocupaciones
en España, en vez de identificar expresamente a los verdaderos responsables de
la “situación”. Por ejemplo, esa puede ser la explicación a que en un acuerdo de investidura se plasme, negro sobre blanco, el concepto "conflicto político" en alusión a las pretensiones independentistas. Normalización conseguida a través de conquista del lenguaje y valores centrados en aspectos emocionales.
¡Feliz 2020!
¡Feliz 2020!
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