domingo, 2 de octubre de 2016

El español también es un símbolo

Me refiero, por supuesto, a nuestro idioma común.
Miguel de Unamuno
Mi abuelo Juan me enseñó que los símbolos son importantes en la medida que representan ideas y conceptos con los que se identifican las personas. La idea de pertenencia y el orgullo de identidad es algo consustancial al ser humano.
Pero también me enseñó mi abuelo que los símbolos, si no se transmiten y se les da valor pasan al ostracismo más absoluto.
En mi breve entrada de hoy, no voy a hablar de la bandera, ni del himno, ni siquiera de "la roja". 
Hoy escribo para quejarme y reivindicar un símbolo que, ni siquiera, es patrimonio exclusivo de los españoles. Nuestro idioma: el español. Idioma común de todos los españoles, que es la segunda lengua del mundo por el número de personas que la hablan como lengua materna, después del chino mandarín. Un idioma que hablan más de 500 millones de personas en el mundo. Un idioma que, además, tiene tras de sí un potencial de desarrollo económico importantísimo para nuestro país.
Voy con el enfado: hace un par de semanas el Rector de la Universidad de Salamanca (sí, la de Don Miguel de Unamuno), santo y seña de nuestras universidades en el exterior, especialmente en Iberoamérica, inaugura un acto, en sede universitaria, utilizando el idioma inglés.
Por si fuera poco, la otra universidad salmantina, la Pontificia, recibe a sus alumnos de primero con el "Welcome Day".
José Ortega y Gasset
¿Nos hemos vuelto locos? ¿Pensamos que así comunicamos mejor? La ciudad de España que se reivindica como el lugar idóneo para el aprendizaje del español para extranjeros no se merece este tipo de agravios, amén de la torpeza que supone si lo que queremos es reivindicarnos con la industria del español. ¡Si Don Miguel levantara la cabeza...!
Desde el punto de vista de la comunicación es un horror. ¿Alguien se imagina que en un acto promocional de los vino de la Ribera del Duero, se sirviera un cóctel con vino de Rioja?
Desde el punto de vista del protocolo, un desacierto y una pérdida del sentido común. En la sede de una de las instituciones más antiguas de España se habla en el idioma oficial, al margen de los saludos protocolarios dirigidos, como cortesía, al escaso público hablante del inglés.
Quizás debiéramos tener presente más que nunca a mentes preclaras como las de Ortega o a esa Generación del 98 que tanto hizo por nuestros símbolos de identidad y por nuestra Nación. Es probable que no asistiéramos a hechos de este tipo en nuestras universidades. (Ah!, y en la política tampoco)