domingo, 8 de marzo de 2015

Lenguaje para candidatos

Tras unas semanas sin escribir, y resistiéndome a hacerlo, por el momento, de campañas electorales y debates del los diferentes "estados", la reflexión que quiero compartir está ligada al lenguaje. Al lenguaje que, creo, debieran utilizar los políticos en general y los candidatos en campaña electoral en particular.
Lo hemos debatido estos días atrás en los diferentes entrenamientos de oratoria que he tenido la oportunidad de llevar a cabo.

El lenguaje es el "conjunto de palabras y reglas gramaticales que nos permiten transmitir ideas, definir conceptos, evaluar términos y dialogar con nuestros semejantes".

Se trata, pues, de pedirles a nuestros candidatos que hagan la caridad de tener un dominio mínimo del lenguaje. Como además este vehículo del pensamiento lo realizamos en español, ¡estamos de suerte!, pues pienso que el español es el idioma más amplio y flexible para desarrollar nuestros pensamientos.

¿Cómo creo que se debería utilizar el lenguaje (siempre) sobre todo en campaña electoral? Acepto aportaciones, pero, para mí, las características básicas son la sencillez, la precisión, la claridad y la humildad. Sinceramente pienso que son las cualidades que deben primar en el lenguaje de un buen candidato.

Hablar con la sencillez necesaria para que un niño o nuestra abuela nos entienda. Para ello, nada mejor que utilizar lo más básico: sujeto, verbo y predicado. Los amantes de las subordinadas y de las yuxtaposiciones son bienvenidos en la literatura y (cada vez menos) en las aulas de la Universidad, pero no en la política.

La precisión es importante. Utilizar el lenguaje de manera sencilla para explicar el qué, quién y para qué, el cuándo, cómo, dónde y porqué ayudará a conseguir que el lenguaje colabore en algo tan importante como es la credibilidad de quien habla. Importante para un candidato, ¿no?.

La claridad en el lenguaje consiguiendo que el mismo se convierta en la cárcel de nuestros pensamientos hace también al político más creíble. Para ello es recomendable ser conocedor de nuestro rico idioma. Mi consejo: leer. No tengo otro. Lo siento por los políticos que se ciñen a enriquecer su vocabulario a base de una lectura rápida y somera de los periódicos y de la escucha de las tertulias mediáticas.

Por último, la humildad. Definida en nuestro diccionario de la RAE como "virtud que consiste en el conocimiento de las propias limitaciones y debilidades y en obrar de acuerdo con este conocimiento" ¡Cuánto más ganarían algunos personajes públicos si fuesen capaces de poner en práctica la humildad!. Ganarían en capacidad de convencimiento porque la humildad es una de las puertas que abre el corazón de las personas. Ganarían en credibilidad porque se aproximarían más a la "psicología del otro" haciéndole sentir más próximo y más identificado con él.

Son reglas clásicas, queridos amigos. Como casi todo lo que cuento aquí. Pero, a veces, olvidadas.


De acuerdo que con esto (sólo) no se ganan elecciones, pero... ¡qué quieren que les diga!, quienes están del lado del cuerpo electoral como sujetos pasivos y receptores de tanto mensaje, se sentirán más cómodos, menos agredidos; y eso... siempre ayuda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario