domingo, 9 de agosto de 2015

Orgullo (y dolor) de ser español

Aprovecho la calma del mes de agosto para escribir sobre un asunto que tiene muchas vinculaciones con la comunicación, pero sobre todo con mi sentimiento como español. Todavía sigo sin entender por qué, al margen de los sentimientos, quienes representan las altas  magistraturas del Estado, quienes cumplen la labor de servicio público de informar y creen en la legalidad vigente, los partidos constitucionales y el conjunto de los ciudadanos no plantamos cara utilizando los símbolos que aún nos unen para hacer frente a los que quieren romper una nación, una patria con vínculos, historia, lengua, cultura y sentimientos, también, comunes cosidos a lo largo de siglos. No me extraña que “nos ganen”.
Nos ganan, y me duele que no haya un uso masivo de la bandera de España y que su uso por parte de un español de a pie se vea como algo extraordinario e innecesario. Ni una sola bandera española (salvo que me lo haya perdido) en el encuentro entre Rajoy el S.M. El Rey en Marivent.
Nos ganan y me duele que la palabra España se emplee de manera escasa en la prensa, en la universidad o en la calle. Junto a la escasez de la utilización de la palabra España podemos unir el abandono en nuestro léxico del término nación. Hasta los campeonatos nacionales han pasado a ser, para muchos, campeonatos estatales.
Nos ganan, y me duele que haya niños y niñas haciendo comentarios de texto de poesías en leonés o estudiando el alto, medio y bajo Manzanares. Me puedo imaginar entonces a los de Cataluña y País Vasco.
Nos ganan, y me duele que se proteste por la llegada de una fragata de la Armada española al puerto de Getxo, mucho más cuando la fragata se llama Blas de Lezo, vasco y español universal.
Nos ganan, y me duele que detrás de un fin elogiable como es la lucha contra el maltrato animal, se suspendan las corridas de toros porque son españolas mientras se permiten los carrebous porque mantienen la tradición catalana.
Nos ganan, y me duele que los jóvenes españoles conozcan mejor la historia de su comunidad autónoma que la historia de España. Que se denoste a los Reyes Católicos y se oculte la figura de Bartolomé de las Casas.
En fin, amigos, me pregunto quién maneja la agenda, si alguien piensa en estas cosas, si definitivamente hemos decidido sucumbir a la planificación de hegemonía cultural que siguiendo los planteamientos del comunista italiano Gramsci pretende la aniquilación y ocultamiento de todo aquello que nos une como nación española.

Lo peor es que no sólo con comunicación se arregla esto. También hace falta educación. Y desde luego, no es necesario atacar lo vasco, ni lo gallego, ni lo catalán. Bastaría con poner los asuntos de la España común en agenda, practicar la “discriminación positiva” con la historia, las imágenes, la cultura y la lengua que nos une a todos.