domingo, 25 de enero de 2015

Rajoy: el (único) discurso posible

La noticia relevante de nuestro país hoy, ha sido la clausura de la Convención nacional del Partido Popular a cargo del Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. Parece obligado hacer algún comentario precisamente en un blog como este.
Dadas las capacidades del Presidente en cuanto a lenguaje corporal y no verbal, es muy probable que este haya sido uno de los discursos posibles. 
Está claro que al Presidente le cuesta mostrar sus manos abiertas mientras habla y prefiere esconderlas recogidas en sus puños, trasladando un mensaje de contundencia permanente (demasiado permanente, diría yo). 
Su expresión facial es la que es, por lo que tampoco podíamos esperar más, ni siquiera mayor simpatía. 
Desde el punto de vista de la elocución, para lo complicado de la redacción de algunas frases, creo que ha salido bien parado, si exceptuamos algún "hablar" por "hablad" que se le ha colado justo al final. 
Podemos discutir si ha mirado o no en exceso a los papeles, pero pienso que ha dominado los momentos adecuados e importantes en los que era obligado mirar al auditorio. 
En cuanto al tono a lo largo de la (larga) intervención, ha sido capaz de mantenerlo y modularlo (a su manera) para incidir en lo que él ha creído que era más relevante. 
Para captar la atención en las cuestiones relevantes ha utilizado, en mi opinión de manera inteligente, la pregunta retórica dirigida al auditorio. Quizás no hubiese estado de más el uso de algún otro recurso para captar la atención más allá de algún giro coloquial.
Las proposiciones y la argumentación han estado bien estructuradas aludiendo a lo que son los temas de interés del ciudadano y enmarcando los asuntos que al Gobierno le interesa remarcar.
La "pelea" con el adversario ha estado presente a lo largo de todo el relato. Tanto que en algún momento ha podido sonar demasiado a la defensiva. Cierto que, en todo caso, las descalificaciones y las críticas hacia esos adversarios han sido, como siempre en Rajoy, un ejercicio de fina ironía, con uso de elementos y mecanismos retóricos que domina a la perfección.
Sólamente hay una cosa que no entiendo, y es la mención al Sermón de la Montaña que lo utiliza como comparación para descalificar.
Algo en lo que el Presidente Rajoy no termina de ser un especialista (y creo que es algo que debería trabajar) es en la captación inicial y la conmoción final. Su arranque, en el exordio de su discurso, no capta de manera suficiente la atención del auditorio. En el final, olvidándonos que sigue haciendo esa cosa tan fea de anunciar que va a terminar cinco minutos antes de hacerlo, lo intentó con esa alusión a la España de la que hay que hablar. Al menos para los congregados en la convención ese "hablad de España" creo que ha servido.
Mucho más meritorio para mí, ha sido la mezcla que ha pigmentado todo su discurso con las ideas de valentía, orgullo y humildad. Sinceramente, creo, ése ha sido el acierto. Con lo que está pasando en Grecia a estas horas, quizás esa combinación a la hora de exponer abiertamente sus acciones, sea, tal y como es el Presidente, la única forma de llegar al corazón de una mayoría de españoles con claridad y credibilidad. El único discurso posible.

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