sábado, 27 de diciembre de 2014

El discurso del Rey: objetivo cumplido

Para quienes dedicamos nuestro tiempo al mundo de la comunicación, la noche del 24 de diciembre está marcada en el calendario como uno de los momentos importantes: el discurso del Rey a los españoles.

Aún cuando han sido muchos (y desde muchos puntos de vista) los comentarios sobre el discurso de Felipe VI en Nochebuena, parece lógico que también terminemos 2014 en "Obrador de palabras" comentando la citada intervención. Este año, además, la expectación era aún mayor por ser el primero de nuestro nuevo monarca. 
Para despejar cuanto antes la incógnita debo decir que este discurso me ha parecido positivo, muy positivo. Personalmente es un placer ver al Jefe del Estado ajustándose a lo que es un discurso conforme a los cánones: clásicos y actuales. Nunca como ahora se hace necesario recuperar a Cicerón o a Quintiliano.
Si cuando nos dirigimos al público hemos de cultivar la claridad, la credibilidad y la emoción, D. Felipe ha pasado con nota la prueba.
Bajo la premisa de que tenía claro cuáles eran las expectativas de la audiencia, ha marcado claramente tres mensajes; suficientes: corrupción, economía y unidad de España que ha colocado perfectamente al principio, en el desarrollo y al final de su discurso.
Ha sido también sobresaliente su apertura y su cierre, captando de manera inmediata la atención en el comienzo y terminando de forma emotiva su cierre, despedida incluida en las lenguas oficiales.
Significativa ha sido también en el monarca la expresividad, tanto de sus manos como de sus gestos faciales, acompañando en todo momento cada parte del discurso, alejándose de la imagen de busto parlante. Incluso me ha parecido emocionante, a pesar de un cierto titubeo probablemente fruto de la falta de experiencia, el gesto de llevarse la mano al corazón en el momento que hablaba de su relación con los españoles.
El ambiente logrado, como siempre, íntimo, entrañable y cálido con los detalles fotográficos elegidos para la ocasión con toda la intención, para trasladar en imágenes lo que pretende ser la "nueva Casa".
Podemos estar más o menos de acuerdo en la disposición y protagonismo dados a esos detalles, pero estaban todos; incluida la bandera de España y el Nacimiento. Sinceramente yo hubiese preferido un protagonismo mayor de nuestra bandera nacional y menos picaporte de la ventana que estaba a la espalda del Rey. Pero, insisto, es una cuestión de "intereses" y éstos no siempre son coincidentes para todos. Alguien habrá pensado que sustentar la imagen de unidad de los españoles en la exclusiva imagen de quien hoy ostenta la Corona es más eficaz que en otros símbolos que puedan "ofender" en determinados territorios (ellos sabrán, es muy respetable).
En definitiva, para quien hoy despide este rincón hasta 2015, es un "orgullo y satisfacción" haber disfrutado con el discurso del Rey. Objetivo cumplido.
¡Feliz 2015!

sábado, 6 de diciembre de 2014

Felipe VI y Artur Mas: la foto que me volvió loco

Pocas veces una fotografía de prensa me ha producido tantos mensajes encontrados. Normalmente, y por deformación profesional, el primer golpe de vista de una fotografía periodística suele transmitirme el mensaje del instante y el resumen del contenido de la propia noticia, a lo que, sin ninguna duda, suele ayudar mucho el propio titular y el pie de foto. Pero reconozco que la visión en, prácticamente, todas las portadas de periódico, el día que celebramos el aniversario de nuestra Constitución, del Rey y el presidente de la Generalidad, ha creado en mi cabeza varias interpretaciones:

1.- Felipe VI y Mas sonrientes en el Seat León. Aquí no ha pasado nada. Todos tan amigos. Celebremos que España sale de la crisis apoyando una de nuestras factorías señeras. Además, no preocuparse que ya arreglamos nosotros las diferencias. 
2.- Felipe VI, Mas y Soria en el Seat León. Nuestro Monarca, con sonrisa sincera a los mandos del volante ("esto lo conduzco yo), ante la sonrisa forzada de Mas ("no me queda más remedio, el intento se quedará en eso) y la cara de incredulidad del ministro Soria (¿cómo se lo explico yo a mi jefe?)
3.- Felipe VI y Mas en el Seat León. ¿Aquí no falta alguien para conseguir tranquilizar a los espectadores? Por cierto, una pregunta para los amantes del protocolo... Y si el que falta en la foto, hubiese estado, ¿en qué asiento del Seat León hubiera viajado?
4.- Felipe VI a los mandos llevando a Mas ante la atenta mirada del Gobierno (el Gobierno dejándose llevar), dirán unos.
5.- Felipe VI sirviendo de conductor a Mas ante la atenta mirada del Gobierno (el Gobierno dejándose llevar), dirán otros
6.- ¿Y el Gobierno? Dice el resto.

Como no creo que las cosas (y menos éstas) pasen por casualidad, aunque las casualidades existen, mi enhorabuena a quien haya conseguido fraguar la foto en cuestión. Mérito si ha sido Zarzuela, mérito si ha sido la Generalidad. Está claro, en cualquier caso, quien no la ha fraguado. Y si lo ha hecho, rectifico todo lo dicho, pero creo que se ha hecho un flaco favor. El liderazgo hay que ejercerlo aunque, a veces, duela.

domingo, 30 de noviembre de 2014

La palabra: imagen de nuestras ideas

Estaremos de acuerdo en que cualquier mensaje que hoy en día se quiera colocar en el colectivo que nos escucha, debe ir sustentado de un relato. Y nada mejor para conseguir un buen relato que aquél que provoca en el receptor una imagen que lo hará perdurar en el recuerdo. 

Al margen de las herramientas audiovisuales que en esta época nos asisten, quiero reivindicar la PALABRA como la perfecta imagen de nuestras ideas. De tal manera que, será importantísima la elección de la palabra para conseguir una adecuada imagen que sostenga nuestro relato, que ayude a la persuasión de nuestro mensaje. Se trata de algo esencial cuando queremos hablarle no sólo al entendimiento sino también a los sentidos donde quedarán impresas las imágenes de las grandes ideas. Deberemos, pues, saber elegir y emplear las palabras de tal forma que den mayor esplendor, hermosura, fuerza y claridad a nuestro mensaje.
Quiero traer hoy un clásico resumen de diferentes tipos de palabras que, bien elegidas, conseguirán imágenes más nítidas y potentes para nuestro relato y, por consiguiente, mayor contundencia y persuasión de nuestro mensaje.

Las palabras figuradas. A veces, las palabras sencillas y que están en boca de la mayoría consiguen dar fuerza y virtud a la expresión. Aunque en sí mismas no tengan una hermosura y fuerza especial, trasladadas, en ocasiones, a personas y objetos que sólo pueden admitirlas por semejanza se transforman en imágenes potentes. Expresiones como "cuando un pueblo enérgico y viril llora la injusticia tiembla" (Fidel Castro) nos permiten conseguir mayor fuerza utilizando palabras habituales. Qué duda cabe que, en este sentido, la metáfora, la sinécdoque y la metonimia vendrán siempre en nuestra ayuda.

Las palabras enérgicas. No hablamos aquí de la fuerza de la razón sino de las propias palabras que, no sólo por su significado, sino por la propia dicción añaden energía. Podemos conseguir de esta manera imágenes enérgicas que harán fuerte nuestro mensaje. La energía en la palabra no necesita de vocablos refinados o extraordinarios; basta que representen imágenes vivas, aunque sean de uso común. Por ejemplo, las de Moisés: "enviaste, Señor, tu ira que los consumió como una paja"

Los adjetivos. Como sabemos, son las palabras que demuestran las cualidades de las personas o cosas. Los adjetivos pueden aportar también energía a nuestro relato, sobre todo si estos adjetivos son figurados. Por supuesto, nos servirán también para expresar con mayor intensidad los afectos y los sentimientos. W. Churchill: "hacer la guerra contra una tiranía monstruosa, nunca superada en el oscuro y lamentable catálogo de crímenes humanos. Esta es nuestra política"  (Llamo aquí la atención para no convertir, con el uso de adjetivos, el discurso en un discurso poético, lo que provocará que se convierta en frío, hueco y falto de energía y esplendor). 

El número. Elegir acertadamente el número, contribuye mucho a animar la expresión del discurso. Si lo que buscamos es conseguir un pensamiento con mayor fuerza podemos cambiar el número de plural a singular: "el hombre es un lobo para el hombre"(Hobbes). Si lo que pretendemos es crear una imagen de abundancia, extensión, frecuencia etc. utilizaremos el plural para conseguirlo.

Los pronombres. Ellos también pueden colaborar sutilmente en la construcción de una sólida imagen de nuestro relato. Los demostrativos le dan fuerza y énfasis a la idea "aquel excitante curso"; pero además, en ocasiones, nos sirven para enfatizar irónicamente condiciones negativas.

Las voces expletivas. Son las voces que se emplean para hacer más llena o armoniosa la locución. Suelen ser adverbios colocados estratégicamente en la frase le conceden más fuerza, "Esto sí que es Hollywood" (Ana García Siñeriz).

Hasta aquí, con mi deseo de que seamos capaces de conseguir la imagen adecuada para nuestro relato a través de la palabra.

domingo, 16 de noviembre de 2014

Los talentos de la elocuencia

Lo suelo comentar con los clientes que acuden a mis entrenamientos de oratoria: el éxito de un buen orador estriba en enseñar, mover y deleitar. Tratemos pues de dominar la elocuencia que no es otra cosa que "la facultad de hablar o escribir de modo eficaz para deleitar, conmover o persuadir". (DRAE)

Podemos entonces afirmar que dos cuestiones han de confluir en un orador: la razón y el corazón. La razón para convencer y enseñar, y el corazón para conmover y persuadir. Y ¿cómo adiestramos a la razón y al corazón? ¿Cómo alimentamos la elocuencia? ¿Qué talentos necesitamos para concluir que podemos abordar dignamente el arte de la oratoria? A continuación repasamos algunos de ellos que se proponen desde antiguo por quienes dedicaron esfuerzos al conocimiento del ser humano.

El primero de ellos, la sabiduría. Difícilmente conseguiremos trasladar nuestro mensaje si no conocemos su contenido, si no hemos pensado y reflexionado sobre él. El gran poeta Horacio reconoció que la sabiduría era principio y fuente de escribir bien. Una sabiduría que va más allá de la simple erudición. Por lo tanto conozcamos aquello que queremos transmitir para que, ayudados de nuestra propia reflexión, podamos elaborar nuevas ideas sólidas, nuestras propias ideas.

La imaginación. Se trata de un talento que nos permite reducir a imágenes nuestros conceptos abstractos. La experiencia vivida y nuestra memoria ayudarán mucho a este fin. Resulta muy interesante, utilizando las dosis y ejemplos prudentes y sin excesos poéticos de imaginación, comprobar cómo un orador es capaz de conmover los ánimos de un auditorio. En nuestro objetivo de persuadir, nos daremos cuenta que ocupa un lugar de similar importancia la imaginación y la razón. No basta con la verdad porque no se entiende lo que no se puede imaginar, no se comprende lo que no se siente y no se persuade a quien no se le conmueve.

Los sentimientos. O los afectos. O por mejor decir, el ánimo. Empezando por el propio. ¿Cómo podremos conmover el ánimo de quien nos escucha si tenemos el nuestro apagado? Podremos expresar con calor aquello que sentimos con entusiasmo. Nos ayudará a expresarnos el calor del corazón y la naturalidad de emocionarnos con lo que sentimos. La sencillez ayudará a intensificar el afecto. Si además somos capaces de combinar corazón e imaginación, seremos capaces de completar la mezcla necesaria para persuadir aún cuando tengamos carencia de alguno de los dos elementos. Recordando lo que leí en un viejo manual, la prueba de que los momentos más sublimes vienen dictados por el corazón y no por algo preparado con la frialdad de lo artificial, es que los enamorados olvidan fácilmente lo que dijeron a su amado el día anterior porque lo dijeron fruto del sentimiento y no del estudio.

El ingenio. Efectivamente: la capacidad del hombre para discurrir es otro de los talentos de la elocuencia; probablemente sea el principal porque
se trata de una disposición natural, nacida con nosotros mismos. Esta fuerza es la que nos hará crear y producir nuestras propias ideas, nuestros propios mensajes, nuestros propios pensamientos. Con ingenio se encontrará la defensa en el ataque; con ingenio se encontrará la salida al éxito en la adversidad. Por cierto, el ingenio no es la extensión de la memoria, aunque en ocasiones el ingenio puede suplir a la memoria, cosa por otra parte poco recomendable para no caer en brazos de la improvisación, enemiga mortal de cualquier persona que haya de presentarse en público con su palabra.

Y hasta aquí. Lo siguiente sería hablar de los componentes de la expresión. Pero eso será ya otro día...

martes, 11 de noviembre de 2014

La comunicación también es política: #9N

Incluso en un blog de "comunicación, oratoria y protocolo" como pretende ser este "Obrador de palabras" es imposible no escribir un 10 de noviembre sobre lo ocurrido ayer en Cataluña. Muchas son (y todavía quedan) las interpretaciones de politólogos, consultores políticos, asesores de comunicación, periodistas, políticos, partidos... incluso instituciones. Aquí va la mía por si sirve de reflexión o controversia a cualquiera que tenga a bien leer estos párrafos.

Fue el griego Plutarco el que dijo que "hablar es sembrar; escuchar es recoger". Y quizá, a partir de ayer, todos y cada uno de los participantes en el espectáculo llevado a cabo, recojan lo que escuchen pero sobre todo, lo que han sembrado (hablado o callado).
La política es legalidad, pero también hechos, también gestos, también comunicación.

No voy a entrar en la parte que tiene que ver con la legalidad, muy importante, y en la que parece que van a entrar jueces y fiscales aunque sea tímidamente. Esa parte de la batalla tiene sus tiempos. Pero sí quiero analizar la parte que tiene que ver, precisamente, con la comunicación, parte también muy importante de este escenario en el mal llamado proceso de participación ciudadana.

En este caso, centro mi atención en cuatro ámbitos que, para mi, son fundamentales. Las palabras, los mensajes, los gestos y las imágenes.

Las palabras importan, y mucho. ¿Por qué no se han utilizado correctamente? Una vez más, una minoría (al más puro estilo "gramsciano") ha colocado su terminología sobre el colectivo. Términos como "consulta", "derecho a decidir", "proceso de participación ciudadana", "legitimidad", "pueblo catalán"... han ocultado los conceptos de "ilegalidad", "mayoría", "soberanía nacional", "estado de derecho" o, por ejemplo, "secesión" que significa ni más ni menos que "acto de separarse de una nación parte de su pueblo y territorio".

Los mensajes. Aparentemente han sido claros desde el gobierno y los partidos constitucionalistas, pero ¿dónde ha estado el problema para que en la conciencia colectiva haya pesado más el mensaje de los "independentistas"?, o mejor dicho que no se haya sentido la contundencia en el mensaje del gobierno de España. Y no podemos echarle la culpa sólo a los mensajeros. ¿Cómo es posible que con un 28% en un proceso que ha tenido menos garantías que una votación en la Chimbamba quien ha perdido parece que ha ganado? ¿Cómo no se ha atacado el propio proceso por irregular, antidemocrático, falto de limpieza y rigor? ¿Por qué no se contraponen con fortaleza objetiva los números, no ya del resto de España sino de la propia Cataluña? etc. etc.

Las imágenes. También muy importantes y que los "independentistas" han manejado a su antojo en todo el territorio nacional. Se les ha dejado importantes huecos y quienes han intentado contrarrestar no han tenido el peso mediático suficiente. Quizás alguien pensó que el mejor lugar para estar los días previos al 9N era Extremadura en una convención de cargos electos del partido del gobierno (desde luego era otra posibilidad). Sí me parece acertado, sin embargo, no haber caído en la trampa de la posible foto del guardia civil retirando la urna de cartón. Pero el domingo y el lunes... han campado a su antojo, así cualquiera. 

Los gestos. Me quedo con uno. Comparecencia de valoración, sin preguntas, en nombre del Gobierno, del recién nombrado ministro de Justicia (por cierto, a día de hoy, un auténtico desconocido). Pretender dejar este asunto en el ámbito de la justicia me da idea de que, una vez más, se ha optado por perfil bajo. Lo que pasa es que muchos millones de catalanes y muchos millones de españoles se han quedado huérfanos de liderazgo político durante la jornada de domingo y lunes (me remito a la lectura de la prensa de hoy).

Son formas de ver los escenarios. Espero estar equivocado. Veremos las consecuencias. Imagino que en días sucesivos se intentará redirigir con serenidad y fortaleza todo este desaguisado. Siguiendo a Plutarco, si poco se habló, poco se sembró. Si poco se escucha, poco se recoge.

domingo, 26 de octubre de 2014

La construcción del discurso

Hoy quiero compartir unas breves reflexiones sobre una de las cuestiones que, para mí, tienen más importancia a la hora de hablar en público: la construcción del discurso.

Lo repasábamos la semana pasada con una de las personas que ha asistido a uno de mis entrenamientos de oratoria y él mismo ponía de manifiesto la trampa que se crea muchas veces en la actualidad estando más preocupados de otras cosas.

Para hablar de ello, de la construcción del discurso, no me resisto acudir a los clásicos, pues desde mi punto de vista, siguen estando vigentes en la actualidad.

Decía Aristóteles que un discurso está comprendido de contenido y de forma. Contenido que dimana del saber y de la formación del individuo, de la experiencia y del caso concreto que se aborda en el discurso. La forma es la belleza de la expresión que la constituyen la armonía o el encanto del lenguaje (euritmia) y la variedad y colorido de la expresión (poikilía), o lo que es lo mismo, la elocución, tal y como la denominó Isócrates.

Cicerón habla de 5 partes a la hora de construir un discurso:
  1. Invención, es decir, el contenido propio y la búsqueda de materiales
  2. Disposición u ordenación de estos materiales y contenidos
  3. Elocución, que, groso modo, podemos definirla como declamación y estilo
  4. Pronunciación, planteada desde un punto de vista técnico
  5. Memorización, que como su propio nombre indica, hace referencia a la importancia de almacenar en la memoria aquello que vamos a decir. 
El dominio de estas cinco partes, y por lo tanto, el arte de hablar en público, va a depender de la disposición natural o talento, del conocimiento técnico que tengamos de la materia y, por supuesto, del entrenamiento.

Por último, Quintiliano (cuya memoria reivindico pues pienso que es uno de los grandes olvidados, quizá porque nació en Calahorra) propuso de una forma revolucionaria para su tiempo en el siglo primero, que el orador debe enseñar, mover a la acción y deleitar.

Creo que es evidente la vigencia hoy de estos presupuestos. Quizá el problema sea que les hacemos poco caso, lo que lleva aparejado una inevitable mediocridad de gran parte de los discursos que escuchamos en la actualidad. O quizá... sean otros los motivos.


martes, 14 de octubre de 2014

Comunicación de crisis. El ébola

Parece inevitable que, tras las convulsiones mediáticas y políticas en torno al asunto del ébola, hablemos un poco sobre la comunicación de crisis. Partiendo de la base de que cuando nos enfrentamos a una "crisis", desde el punto de vista de la comunicación hemos de saber que nos vamos a enfrentar a reacciones del público inesperadas que afectan a emociones y comportamientos, el objetivo debe ser ganar la confianza del ciudadano.

Por eso mismo, la institución, empresa, individuo... que se sabe en la posibilidad de tal difícil circunstancia suele tener previsto el protocolo de actuación. Por tal motivo, los expertos hablan de pre-crisis, crisis y post-crisis. Es evidente, que un ministerio como el de Sanidad, ante una situación ya repetida (hubo un primer caso de repatriación por ébola) debía tener preparado su protocolo de crisis y haber venido actuando ya en la "pre-crisis", previniendo y siendo proactivo. A la vista de lo ocurrido, también resulta evidente que el plan no ha salido bien y se ha tenido que corregir sobre la marcha para intentar salvar a un Gobierno acechado, nada más y nada menos que relegando a una ministra y poniendo al frente a una todopoderosa vicepresidenta, lo que sitúa ya al propio presidente en zona de máximo riesgo (algo que cualquier manual de crisis tratará siempre de evitar)

Una comunicación eficaz pasa por intentar reducir al máximo las reacciones de enojo de la población. Además debe mantener el objetivo de ayudar a las personas a enfrentarse de manera eficaz al peligro. Por eso uno de los mayores expertos en comunicación de riesgos del mundo, Peter Sandman plantea los ámbitos que hay que controlar en una situación de crisis: el contenido de la información, la logística, la evaluación de la audiencia, la participación del público, los metamensajes y la autoevaluación. Me temo que nada de esto se ha controlado hasta que el presidente da un puñetazo en la mesa y pone al frente a la vicepresidenta.

Díganme si durante los días pasados se ha puesto en marcha alguno de estos principios fundamentales de la comunicación de crisis: Confianza. Anuncio inmediato y actualizado. Transparencia. Planificación. Considerar al público.

La capacidad de gestionar adecuadamente la comunicación en situaciones de crisis resulta ser un elemento central para enjuiciar las habilidades de liderazgo de un responsable público. La efectividad comunicativa y la credibilidad juegan un papel importantísimo. Preguntas como ¿qué ocurrió?, ¿cuáles fueron sus causas y consecuencias? ¿qué soluciones se proponen? ¿a quién se puede culpar?, tienen que tener obligatoriamente unas respuestas medidas, coherentes y ciertas.

La efectividad la podemos conseguir con una alto grado de preparación, buscando velocidad y coherencia. También coordinando la información y generando un solo canal de la misma. Por último, profesionalizando la comunicación utilizando portavoces profesionales en la materia. ¿A que esto les suena más en la segunda etapa de la crisis del ébola?.
La credibilidad va a depender, en primer lugar, de la historia y la reputación de aquel en el que se personaliza la comunicación de la crisis. También de las respuestas iniciales y, por último, de la secuencia controlada de los mensajes. Por supuesto hay que huir de la "trampa de la credibilidad", es decir, de las interpretaciones simples y partidistas, de negar lo evidente, de declaraciones imprudentes y de poner el énfasis en escenarios optimistas. (¿Les suena de algo, si analizan la comunicación de los primeros días de la crisis?)

Todo esto, por supuesto hay que acompañarlo de un encuadre de la situación apropiado que nos permita un relato creíble, de comportamientos simbólicos que visualicen la asunción de la responsabilidad y del enmascaramiento de aspectos delicados

Para finalizar dos detalles que pienso han sido el comienzo y el fin de una mala gestión de comunicación de la crisis del ébola: el lenguaje verbal y no verbal de la ministra de sanidad que trasladó incertidumbre e intranquilidad a la población, y la visita al hospital del presidente Rajoy, imitando a Zapatero cuando se presentó "sin avisar" y sin la ministra de fomento en la crisis de las obras de Alta Velocidad en Barcelona. En ese momento la gestión de la crisis y su comunicación cambió de manos. Veremos los resultados.

lunes, 6 de octubre de 2014

Siempre nos quedará "la Roja"

No, no voy a escribir de fútbol.
Hace unos días asistí a un acto en el marco de la Universidad de Valladolid. Y una vez más, pude contemplar con estupor (y con pena), la errónea colocación de las banderas nada más y nada menos que en el Salón de Grados de la facultad de Derecho. Esto que puede parecer baladí, no lo es para mí. La bandera de España siempre debe estar presidiendo y su colocación no es igual si el número de banderas a colocar es par o impar. 
Aprovecho para llamar a la sensibilidad de cuantos leéis esta entrada para que tampoco lo sea para vosotros.
Inmediatamente me vino a la mente la importancia de los símbolos. Yo que me he educado y formado básicamente en un Seminario Diocesano y durante bastantes años he sido responsable del protocolo de una institución me he dado cuenta del error que hemos cometido durante décadas al no darle a los símbolos la importancia que se merecen; y de paso, por supuesto, no haber hecho la pedagogía necesaria entre nuestros niños y jóvenes como se hace en, prácticamente, todos los países civilizados.
Un símbolo, según nuestra Real Academia es "la representación sensorialmente perceptible de una realidad, en virtud de rasgos que se asocian con ésta por una convención socialmente aceptada".
Y aquí está el problema. Son demasiados años los que llevamos en este país pasando y menospreciando unas convenciones que nos hacían percibir la pertenencia a una nación, de tal manera que para muchos en su subconsciente (o consciente) no existe ya ni la realidad: España. Seguro que muchos de nosotros hemos mantenido conversaciones donde se planteaba la sana envidia que nos produce ver a ciudadanos de otros países rindiendo respeto públicamente en escuelas o eventos deportivos a sus símbolos. Yo todavía me acuerdo (y ya estábamos en democracia) cómo ante la izada o arriada de la bandera nacional en el principal acuartelamiento de mi ciudad, por ejemplo, los transeúntes que pasaban en ese momento por el lugar, guardaban respeto de manera natural y espontánea. Y ahora eso ya no se produce.
Otros, sin embargo, saben muy bien de la importancia de los símbolos, por eso no menosprecian ni la liturgia ni el protocolo. Porque son conscientes de la realidad en sí misma que encierra el símbolo.
¿Alguien piensa que estas tres imágenes de Artur Mas, en tres momentos diferentes son fruto de la casualidad? Podemos observar cómo en ausencia de la bandera de España, sí aparece, sin embargo, la bandera europea. ¿Casualidad?, no. Es fruto del empeño de demostrar que, si bien están dispuestos a no seguir perteneciendo a España, harán lo posible por seguir llamando a las puertas de la Unión Europea, como si de un Estado más se tratara.
¿Qué decir de esta estampa pasando revista a no sé qué tropas, bandera catalana en exclusiva incluida? ¿No pretenden ser los símbolos y el ceremonial de un estado soberano?
Si la democracia española no quiere verse resquebrajada sería bueno que se imponga el imperio de la ley (con sus símbolos también). Recuerdo ahora, más que nunca, la frase de Albert Camus "la tiranía totalitaria no se edifica sobre las virtudes de los totalitarios sino sobre las faltas de los demócratas". De no haber perdido tantos años dando la espalda a nuestros símbolos, ahora la cohesión de nuestro territorio no estaría tan en entredicho. Aunque, como en Casablanca, "siempre nos quedará la Roja", o Rafa Nadal.

domingo, 28 de septiembre de 2014

La camisa blanca

No, esta entrada no va de la rasgadora poesía del bilbaíno Blas de Otero y que con tanta fortuna popularizó Ana Belén. Hoy voy a hablar de la siempre elegante y tan de moda puesta últimamente por nuestros políticos: la camisa blanca propiamente dicha.
Como no puede ser de otra forma, soy un convencido de que todo, hasta el más mínimo detalle importa a la hora de comunicar porque habla por nosotros. Es más, pienso que, en la mayoría de las ocasiones, nuestra imagen habla antes que nuestra voz.

Nuestra ropa es lo primero que un desconocido ve de nosotros; antes que escucharnos o ver cualquier tipo de gesto corporal.
De ahí que sea un ferviente seguidor de dedicarle tiempo a qué, cómo y cuándo ataviarnos con determinadas prendas.

Por otro lado, de todos es sabido que el blanco simboliza pureza, inocencia, paz y pacifismo, limpieza y frescura, incluso alegría. Por eso mismo, una camisa blanca debería haber sido una prenda habitual entre la clase política años atrás. Pero, hete aquí, que como la camisa blanca era, como decían las abuelas, la prenda más elegante para cumplimentar un traje, cuando en España se llevaba la contra-elegancia, las camisas blancas quedaron para los pocos que, a propósito, exhibían su elegancia acoplándola a un traje y a una corbata.
Y así se creaban tendencias, incluso, entre los correligionarios y seguidores de los partidos políticos. ¿Quién no recuerda las chaquetas de pana y camisas de cuadros de González? ¿o las camisas de rayas de Aznar? En ocasiones nos servían hasta para identificar silenciosamente la tendencia del sujeto que teníamos delante vestido de esa guisa.

¿A dónde quiero ir a parar? Pues a que desde que llegó Obama y lo mesiánico se puso de moda, no hay político que se precie que no desfile en público con camisa blanca, mayormente sin americana y sin corbata. Y, sinceramente, tanta uniformidad me despista. Incluso pienso que empieza a perder eficacia; como si viera un montón de soldados del ejército imperial. Se me hace difícil distinguir al "bueno" (por la vestimenta, claro está).

Pero, la verdad, por lo que hoy escribo este "post" es porque llevo 20 años recomendando no asistir a los platós de televisión con camisas blancas porque producen destellos, transmiten frialdad e interfieren en el espectador a la hora de percibir los gestos del rostro. Y ahora, de repente, todos de blanco a las televisiones. Sinceramente, me he debido perder algún capítulo porque no lo entiendo. 
  

Sigo pensando que el blanco (mucho más si no se acompaña de corbata o/y americana) sigue siendo un color que debería estar prohibido en televisión salvo para los anuncios del "yo lavo más limpio".

El ojo y la mente humana necesitan de colores para moverles a la acción y al sentimiento.

viernes, 19 de septiembre de 2014

¡SÁLVAME!

A estas alturas, ya todos sabemos que el nuevo líder del PSOE, Pedro Sánchez ha intervenido en el programa de "entretenimiento" que dirige Jorge Javier Vázquez. Y a estas alturas, a pesar de la generalizada reacción negativa en redes sociales, han sido bastantes colegas los que han salido, de inmediato, a analizar el efecto positivo de esta pseudointervención a través de una llamada telefónica.
Antes de que sigas leyendo, por si quieres parar aquí, te diré, amigo lector, que yo creo que es un error dicha intervención. Creo que es un error el motivo de la llamada, el contenido de la llamada y la forma de la llamada. Salvo, eso sí, que algunos quieran volver al pan y circo de Juvenal (60-128 d.C.) reconvertido hoy en el pan y circo de las televisiones a las que los políticos tienen que acudir obligatoriamente para ejercitar el populismo que le reporte los votos suficientes para alcanzar el poder. Eso debe ser más sencillo que apoyar a un alcalde amenazado de muerte.

Pienso que el ejercicio de la responsabilidad no está reñido con la búsqueda original de notoriedad, con las nuevas formas de comunicación ni con buscar nuevos cauces para encajar el mensaje. 
Entiendo el nerviosismo de Sánchez con el ascenso de Podemos y lo fácil que es proponer aplicar la fórmula pensando que si a otros les ha funcionado, ¿por qué no a mi?. 
El error está en pensar que la tele nos lo va a dar todo sin seleccionar los escenarios (por cierto, los líderes de Podemos sí saben seleccionar los escenarios). Porque además, los telespectadores no son tontos, los españoles no son tontos.
La responsabilidad de un político que pretende gobernar una nación, no pasa, en mi opinión, por posicionar una propuesta (y de la manera que lo hizo) sobre un asunto que está generando gran polémica en los medios de comunicación en un programa especializado en "prensa rosa", por mucha audiencia que tenga. 
Deteriora su imagen. ¿O sólo lo hizo porque Jorge Javier amenazó con retirar su voto al PSOE? Si es así, la responsabilidad y seriedad de quien quiere dirigir España todavía se rebaja más. 
Mi opinión es que Jorge Javier, líder de audiencia en su programa, no es ningún prescriptor político. Pensar lo contrario es tratar de imbéciles a la audiencia y sobre todo a quienes están luchando por la desaparición del festejo tradicional del Toro de la Vega. (por cierto, ofrezco una solución a la polémica; no es mía, fue de Francisco Franco de 1966 a 1970: no se rejoneaba el toro, es decir, no se le daba muerte)
Alguien tiene que explicar a Sánchez que "al deliberar sobre cualquier asunto siempre hay que tener en cuenta si conviene a todos los ciudadanos" (Erasmo de Roterdam). 
Alguien tiene que decirle que el "populismo" no se combate con "más populismo" en un país que tiene mayoría de edad y cuyos ciudadanos están cada vez más preparados (aunque a veces no lo parezca). 
Por el bien de España, espero no tener que verlo, por mor de las audiencias, metido en la casa de "Gran Hermano". Sin duda, a ello podemos contribuir con nuestro granito de arena los consultores políticos.
(Nótese que no he hecho en ningún momento referencia a la aparición del Sr. Sánchez en el programa "El Hormiguero". Motivo: para mí, como diría Alejandro Sanz, no es lo mismo)

jueves, 7 de agosto de 2014

Informar también exige responsabilidad: "ébola"

Aunque estos días de estío dan más para leer que para escribir, no puedo resignarme ante lo visto hoy con motivo del asunto "ébola" en España. Ha sido como si, de repente, por el sólo hecho de estar comenzado el mes de agosto se hubiese esfumado la responsabilidad a la hora de ejercer la comunicación institucional de gobiernos, oposiciones y medios de comunicación.
Antes de seguir, quiero hacer salvaguarda del único periódico que ha hecho gala de máxima responsabilidad en un momento de "crisis", titulando como se debe titular: "España cumple con su deber". Porque eso es lo primero que habría que haber trasladado a la opinión pública española, antes incluso de hablar si el avión en el que repatriamos a dos españoles (sean o no religiosos), es el de Rajoy o un Hércules, si se desaloja una planta o un hospital entero o si hay un suero con nicotina capaz de frenar el ébola (titulares de El Mundo, El País y La Razón).
En situaciones de crisis tan sensibles como las que tienen que ver con la salud, que ponen en vilo a toda una nación, hay que ser responsables. Explicando con serenidad y honradez lo sustancial. Y lo sustancial aquí, y en primer lugar, es que el Gobierno de España y el Estado español, tiene la obligación de repatriar a sus nacionales en situaciones de este tipo. Luego, además, hay que tranquilizar a la población y explicar, a los medios de comunicación antes que a nadie, las cuestiones técnicas del operativo, para que nadie cometa la irresponsabilidad de hablar a "humo de pajas" en tertulias y magazines de verano.
Para lograrlo, no es suficiente que el Gobierno hable, el mismo día del traslado de nuestros dos misioneros, por boca de una Directora General del ministerio de turno, ni mucho menos es suficiente la voz de un consejero de comunidad autónoma. ¿Ha sido fruto de la fecha veraniega?, no lo creo.
Los titulares de los periódicos, en su línea, buscando el perfil más idóneo para incrementar la recaudación. Y lo de permitir todo tipo de imágenes sobre los preparativos del avión... de nota. Verlas tranquiliza muchísimo (¿?).
Ni que decir tiene, que menosprecio a cuantos además de torpes, han intentado rentabilizar políticamente este asunto, como algún sindicato y algún/a político/a de tres al cuarto queriéndose hacer oír en el desierto informativo del mes de agosto.
Hay cuestiones en comunicación, que por ser de Estado, son relativamente fáciles de llevar a la práctica. Al parecer, hoy, salvo ABC, el resto no hemos sido capaces. Una vez más se ha echado de menos valentía y altura de miras.

domingo, 27 de julio de 2014

El baldaquino personal del Papa Francisco

De todos es conocido que el baldaquino es una especie de dosel con cuatro columnas que en la iglesia católica se destina a cubrir el altar. Sin duda que el más conocido, por su ubicación y por haber entrado por derecho propio en la historia del arte, es el baldaquino de bronce de Bernini, de estilo barroco, que está emplazado en el centro del crucero, bajo la cúpula, de la basílica de San Pedro en el Vaticano.
Cuando aún no se ha cumplido año y medio de su pontificado, el Papa Francisco, ha construido su propio baldaquino para cobijar su altar de perfecta comunicación, su altar de líder mundial.
Las cuatro robustas columnas que sostienen este baldaquino particular son:

  1. Su imagen personal
  2. El mensaje
  3. Sus gestos
  4. Las acciones
La imagen personal. De entrada, el Sumo Pontífice, tiene un porte que no pasaría nunca desapercibido, aún cuando no es una persona excesivamente alta; pero posee un rostro absolutamente amable y sincero al que, desde luego contribuye su "habladora" mirada y su sonrisa permanente. Estas características, que pueden ser regalos de la madre naturaleza, resulta que son enfatizadas, además, con auténtica maestría por su indumentaria y por su comunicación no verbal. 
Sí, sí, amigo lector, he citado la indumentaria. Mira que es difícil que un Papa le saque partido a su indumentaria...!!! Pues Francisco lo ha logrado: por la vía de despojarse del lujo en los "complementos" que adornan su Institución. No ha renunciado a su simbología, pero el mero hecho de "pequeños" cambios en los materiales (la cruz), la fabricación (los zapatos) o el diseño (la cátedra) lo han convertido en un revolucionario de la indumentaria papal. 
En cuanto a su comunicación no verbal... ¡qué decir! Perfecta. Sus manos, su mirada (que es capaz de hablar), su sonrisa limpia, su gesticulación y sus posturas (algo nunca visto hasta ahora por la rigidez que incluso imponía en ocasiones la condición física de la edad)
Su mensaje. Antes de comentar el qué, el cómo y a quién de sus mensajes, debo hacer una referencia a su capacidad para manejar la "agenda seting". Él es el que domina y consigue manejar esa agenda informativa, en lo que a sus asuntos se refiere, ésa que tantos dirigentes no son capaces de dominar. 

Sin perder la esencia de su Evangelio y la lucha contra el relativismo, selecciona minuciosamente sus mensajes diarios con el trasfondo permanente de que él ha venido a dirigir una iglesia que se preocupa principalmente por los pobres y por los que sufren. Y viene a hacerlo desde los gestos, sí, pero también desde la coherencia y la apertura intelectual. No hay más que seguir sus homilías diarias en la capilla de la Casa de Santa Marta, que utiliza para poner sobre la mesa informativa su mensaje. Fruto de esta actitud decidida ha sido también su ejemplar modo de afrontar la crisis de la pederastia, en la que él se ha puesto al frente de la solución, pidiendo perdón y anunciando medidas ejemplarizantes.
No quiero olvidar aquí la magnífica labor que desarrolla el Vaticano en la gestión de medios, tanto los convencionales como lo que tiene que ver con su presencia en las redes sociales. Otro ejemplo a seguir.
Los gestos. Gestos que acompañan perfectamente al mensaje. En este capítulo hay para dar y tomar.
No se conforma con romper el protocolo con naturalidad, lo que le hace más próximo y cercano al individuo de a pie (y por supuesto le granjea el cariño, incluso devoción, de propios y extraños) sino que ha incorporado a su vida diaria la política de los gestos, que comienzan a convertirse en esencia de sus mensajes y en respaldo de coherencia de los mismos. Comenzó el 14 de marzo de 2013 yendo a pagar su cuenta en la pensión donde había residido durante el cónclave que lo eligió y lo último, hace un par de días colocándose en la cola de la cantina del Vaticano para almorzar con el personal. Entre medias, todo lo imaginable, dentro y fuera del Vaticano. Tiene además un extra de credibilidad, y es que este tipo de cosas ya las hacía siendo Obispo en Buenos Aires.
Las acciones. Por si alguien dudaba (yo por ejemplo) de su decidida intención de dar un impulso de mayor cercanía a la iglesia católica y la atención a determinadas reivindicaciones llegadas desde su propio seno , ha emprendido, sin prisa, pero sin pausa, todo un rosario de actuaciones en diferentes ámbitos encaminados a la modernización de la Iglesia y al acercamiento de la misma a la realidad social del hombre.
Ya no son sólo gestos. Los cambios estratégicos en el estamento de la curia romana,
los nuevos criterios para la banca vaticana, los ejercicios personales de austeridad y reprimendas a sus obispos que no siguen el mismo camino, o sus escritos, la encíclica "Lumen Fides" (la luz de la fe) y sobre todo la exhortación apostólica "Evangelii gaudium" (la alegría del Evangelio) han trasladado dentro y fuera de la iglesia católica la convicción de que comienza un nuevo tiempo. Como dato curioso, en esta exhortación, además de hacer un repaso en profundidad a cuestiones que afectan profundamente al ser humano, se detiene en detalles como la importancia de que los pastores de su iglesia dediquen tiempo a la preparación de las homilías. (Como ves, querido lector, a este hombre no se le escapa una y es perfectamente consciente de todos y cada uno de los actores que pueden jugar a su favor en la colocación del mensaje)
En definitiva, estamos ante alguien que domina a la perfección la coctelera de la comunicación. Bravo por él y por la Institución que dirige. Ahí tienen un ejemplo a seguir muchísimos dirigentes políticos y no políticos. Los que nos dedicamos a la comunicación, además Os damos las gracias por la puesta en marcha de este manual práctico de la comunicación pública en menos de dieciocho meses.

viernes, 18 de julio de 2014

Pedro Sánchez: ha nacido una estrella

No es el anuncio de la cuarta película rodada con ese título, pero ya no me cabe duda. Hay una nueva estrella en el firmamento de la política española. Pedro Sánchez ha conseguido por méritos propios hacerse con la secretaría general del PSOE. Esto, por sí mismo, le convierte en estrella. Y lo ha conseguido, en mi humilde opinión, gracias al diseño y a la ejecución de una campaña de "10". Enhorabuena a su equipo de asesores.
Se trataba de presentarse ante los militantes del PSOE (que son los que tenían derecho a voto) como el nuevo líder capaz de recuperar una organización que, tras las elecciones europeas, se encontraba completamente a la deriva. Pienso que con claridad, voluntad y determinación Pedro Sánchez ha conseguido proyectar a los militantes socialistas su visión, el camino a seguir, brindándoles una gran sensación de seguridad.
Su mensaje: dirigido a un público objetivo muy determinado, con ganas de escuchar un mensaje ilusionante e ilusionado. Capaz de haberlo "centrado" gracias a sus otros dos competidores. Es curioso, en estos tiempos, que alguien que rompe el acuerdo de intención de voto de sus parlamentarios europeos, o que le dice a sus "juventudes": quiero unas juventudes socialistas republicanas que os tocará desalojar a la Monarquía, aparezca como moderado para la derecha mediática.
Junto al contenido ideológico ha sido magistral su relato emocional: el video donde hablan del Pedro idealista, deportista, comprometido, padre y esposo...
hasta le acompaña el hecho de haber estudiado en uno de los institutos más simbólicos de España (el Ramiro de Maeztu) y haber jugado al baloncesto en el Estudiantes, admirado por atesorar los valores de la humildad, el esfuerzo y el compañerismo. Todo ello ha sido magistralmente puesto en valor ante los electores. En ese relato emocional ha sido interesante cómo ha utilizado sus 40.000 kilómetros recorridos, sus noches durmiendo en casa de afiliados, sus historias de aquellos que se le han acercado a contarle su problema o el motivo histórico-sentimental de porqué milita en el socialismo. Ha conseguido aparecer como un afiliado de base (¿se puede considerar de base a alguien que ha sido concejal en el ayuntamiento de Madrid y es Diputado nacional? Sánchez lo ha conseguido) O su forma de convertir una hipotética desventaja, ser desconocido ¿?, en uno de los valores que más le han ayudado, colocando este mensaje también de manera relatada, a veces, hasta con tintes literarios.
El escenario: ha sabido trasladar su mensaje a todas y cada una de las sensibilidades que puedan existir dentro del PSOE, incluso fuera (tendiendo la mano a la parte moderada de Podemos). Eso sí, ha elegido la cercanía como escenario lo que le da un valor extra ante sus electores. Y lo ha hecho con coherencia, porque los 40.000 km. parece ser que es verdad que se los ha hecho.
No ha desatendido en absoluto esa parte importante en toda organización que son los cargos intermedios, ese grupo de influenciadores del "aparato político" que tienen capacidad para desequilibrar la balanza.
Ha mimado a sus jóvenes cachorros, diciéndoles lo que querían oir. Y por supuesto si ha habido que levantar el puño y hablar de otros tiempos, aunque sean ya nostálgicos, se ha hecho.
La imagen: aquí sí que se han esmerado. De entrada, Sánchez posee una complexión física que, desde luego, no le hace pasar desapercibido. A la hora de comunicar, este detalle le viene muy bien y lo sabe aprovechar. 
A la complexión física le han adherido con precisión matemática toda la parte aprovechable (que es mucha) del más puro estilo Obama. Camisa blanca impoluta, de cuello corbatero, remangada exactamente a la misma altura... perfecto. Pelo peinado a lo Kennedy. Movimientos pausados, suaves, siempre queriendo al público que lo escucha. Ausencia habitual de papeles. Y lo que para mí ha sido más importante: mirada limpia y sonrisa permanente que le hace creíble hasta en su humildad y generosidad machacando al adversario. Ya sabemos lo del proverbio "no abras una tienda si no sabes sonreir". Parece que, desde el punto de vista de la imagen está a punto de conseguir el magnetismo que poseía Adolfo Suárez (veremos si le acompañan sus obras).
En definitiva, mi opinión es que ha nacido un líder porque ha sabido definir la dirección y el rumbo que quiere para el PSOE. Además ha explicado el porqué de ese rumbo cuyo único objetivo es desbancar a la derecha. Ha rentabilizado todas y cada una de sus fortalezas de cara al exterior. Parece que está dispuesto a seguir aprendiendo como profesor universitario que es y está claro que ha demostrado que no le tiene miedo a los errores y que además está dispuesto a aprender de ellos. 
Lo dicho, un líder (de momento)

lunes, 7 de julio de 2014

¡Venimos a pasarlo bien!

¡Venimos a pasarlo bien! era el grito de guerra que siempre utilicé con mis chicos y chicas en una lejana etapa en la que mi afición por el deporte de la canasta me llevó a sentarme en el banquillo todos los fines de semana del curso escolar. Se trataba de concienciarnos de que, aunque la actividad exigía esfuerzo y preparación, no por ello dejaba de ser divertida.
Esta idea es la que sigo usando en mis entrenamientos de oratoria con mis clientes porque creo sinceramente que para cogerle el gusto a hablar a los demás, nos lo tenemos que pasar bien.
Hablar en público nos tiene que divertir. Hemos de quitarnos los miedos, las vergüenzas y afrontar el camino de nuestra comunicación hacia los demás como un camino apasionante y divertido; muy divertido.
Sigo pensando que hoy, como siempre, hablar bien es el instrumento más importante de la cultura y de la formación del hombre. ¿Por qué, entonces, nos encontramos con demasiadas personas que, lejos de divertirse, les supone un auténtico calvario? Quizás nos ocurra lo de aquel genial slogan publicitario y es que "lo hemos probado poco".
Querido lector, si eres de los que sufre y cae en las garras del miedo escénico con nervios, sudores, palpitaciones, sequedad etc., plántale cara y adelante: diviértete comunicando a los demás, hablando en público.
Te costará algo de esfuerzo, pero merece la pena. Vas a tener que entrenar, como para andar en bicicleta por la montaña. Pero cuanto más tiempo entrenes más destreza adquirirás; y como con la bicicleta, a mayor entrenamiento mayor disfrute de la montaña, sus paisajes y sus retos.
Comienza por tus círculos más cercanos, con tus amigos. Practica con ellos hablar con claridad, con credibilidad y con emoción. Para ello, lógicamente tienes que saber de lo que hablas, tienes que conocer la materia. Eso te hará ganar seguridad.
Y ensaya. Ensaya mucho. Haz de tus actos cotidianos un permanente ensayo y verás como te llegas a divertir. Imagínate situaciones posibles y cómo las resolverías llegado el caso. Analiza cómo lo hacen otros y cómo lo harías tú. Cultiva tus habilidades teniendo en cuenta que para lograr una comunicación efectiva son ingredientes principales la humildad y la simpatía.
Recuerda que más del 80% de nuestra comunicación es comunicación no verbal. Emitimos mensajes a través de los gestos, las posturas, nuestras expresiones faciales y nuestros movimientos.
Puede ser divertido preocuparnos más por nuestro tono de voz, el ritmo al hablar, el volumen con el que nos dirigimos a los demás, incluso cultivar los silencios. Puede ser divertido analizar nuestras expresiones faciales, nuestra mirada, las posturas habituales que adoptamos cuando estamos con otros, nuestros gestos (sobre todo nuestras manos). Y puede ser divertido estudiar nuestro estilo personal: la forma de vestir, la forma de caminar, nuestros movimientos y rasgos faciales...
Esta es mi manera de animar a todos a hacer un esfuerzo por comunicar mejor, convencido de que ello nos hace más libres y más felices.

jueves, 19 de junio de 2014

En perfecto estado de revista

Seguido con exquisito detalle el guión y la puesta en escena. Todo en perfecto estado de revista. Como si de un documental promocional se tratara. Eso es lo que hemos podido ver hoy todos los españoles, a través de las pantallas de televisión, en un acto histórico para la vida de nuestra nación.
Objetivo cumplido: reforzamiento de la Corona, aprovechar a ganar imagen ante los ciudadanos del Reino.

Me parece bien. Creo que es lo deseable y lo necesario. A pesar de mi firme convicción republicana creo que no estamos, en estos momentos, para experimentos. Sobre todo porque es evidente que algo tan serio y profundo como un cambio en el modelo de estado debe contar con el mayor de los consensos y el mayor de los respaldos, tal y como ocurrió con el advenimiento de S.M. el Rey D. Juan Carlos.
Todos los "secundarios" han cumplido su papel a la perfección. Perfecto el Soberano saliente adoptando un "perfecto" protagonismo en segundo plano. Perfecto el papel de Doña Sofía (como siempre) que ha vuelto a dar una lección de profesionalidad. Perfecta la presencia de la Infanta Elena. Perfecta la ausencia de la Infanta Cristina.
A partir de ahí, camino libre al nuevo Rey, escoltado en todo momento por la madre y esposa amantísima que se nos ha mostrado más simpática, más cercana, más humana. Su juego de gestos desde el primer momento, tanto con su marido como con sus hijas, lo ha ejecutado de forma perfecta.
Y el broche de oro de la perfección, como siempre ocurre, lo ha puesto la naturalidad. La naturalidad y dulzura de dos niñas (princesa e infanta) que a buen seguro, sin pretenderlo, han conmovido el corazón de todos los españoles de bien.

Se trataba de representar un guión en el que las familias españolas nos identificáramos perfectamente felices y se ha conseguido. Desde la imposición de la faja militar como capitán general de todos los ejércitos hasta su aparición en el Palacio Real hemos visto a una familia a la que es imposible no querer. Y con eso, creo, ha ganado España.

Ha habido detalles novedosos que son atisbo de una imagen propia y más actual: nuevo escudo y cambio de color del azul al rojo carmesí, acudir al traje militar que menos militar parece, fórmula del juramento dando prioridad a los ciudadanos y nuestras peculiaridades autonómicas, ausencia de símbolos religiosos remarcando no su condición personal de católico, sino dando prioridad al carácter aconfesional del Estado, etc. etc. Es evidente que las formas, que en este caso también son fondo, han ayudado al objetivo.
Y también hay que intentar ver el fondo. Sobre todo el de su discurso. 
En mi anterior entrada hablaba de claridad, credibilidad y emoción. Sinceramente creo que las ha buscado con su tono de voz, con su nerviosismo atípico en alguien con sus tablas, con su calidez al referirse a sus padres, con sus breves miradas e incluso con sus escasos movimientos de manos que, de vez en cuando, rompían su imagen regia agarrado al atril. Y el examen lo ha superado.
Por otro lado, el contenido de su discurso, en mi humilde opinión, ha sido, en gran parte, lo que esperábamos. Como buen heredero de su padre ha hecho suyos los conceptos de consenso, diálogo, diversidad cultural, pluralidad lingüística y capacidad de una nación que ha demostrado tener en la unidad su mejor argumento para conseguir el bienestar de todos los ciudadanos. Todo ello, esta vez, sin recurrir expresamente ya al espíritu de la transición.
Personalmente me ha emocionado el recuerdo hacia sus padres a los que este país nunca les estará suficientemente agradecido.
Que haya jurado respetar los derechos de las comunidades autónomas imagino que también significará que, desde su posición, pedirá a esas mismas comunidades que cumplan con sus obligaciones y con el respeto a los derechos de España, porque aquí no van a valer paños calientes.
Por cierto, he de resaltar la indecorosa actitud del Sr. Mas y del Sr. Urcullu no aplaudiendo, nobleza obliga, el discurso de quien es ya el Jefe del Estado, un estado al que estos dos sujetos le deben lealtad y respeto en tanto en cuanto no cambie la legalidad vigente. Se olvidan estos indignos representantes de que son la imagen de las instituciones que presiden y no la de sus partidos políticos. Bajo el amparo del Gobierno Vasco y de la Generalitat viven muchísimos ciudadanos, a los que también representan, que hoy hubieran querido ver a sus representantes portarse cortesmente con el Jefe del Estado.
Volviendo al fondo del discurso. Creo que habéis dado en el clavo Señor. La Corona debe ser un símbolo de la unidad de España, pero también un referente y ejemplo para todos los españoles; de lo contrario la Corona no nos servirá. Ahora la pelota está en vuestro tejado. A partir de hoy es el momento de irse ganando el afecto y apoyo de todos para poder emprender un nuevo camino juntos, si no vuestro pueblo os lo demandará y os apartará del camino. Obras son amores... Y desde el minuto uno, tanto dentro como fuera de España comienzan los análisis con lupa.

Se ha citado a Europa, Iberoamérica y los países árabes. Habéis tenido buen maestro, no desperdiciéis ni sus enseñanzas ni sus consejos. Creo que no hace falta recordar que la historia de la nación española sería otra sin que en su contexto aparezcan estos territorios. Hoy más que nunca hemos de conseguir mayores alianzas y mayores lazos de amistad. Para eso también habéis ocupado el trono.
Alabo el gusto de haber terminado dando las gracias en las otras lenguas cooficiales en sus correspondientes territorios de España, pero creo sinceramente que no hubiese sido incompatible haber cerrado vuestro discurso, en momento tan solemne, con el clásico ¡Viva España!
Por mi parte, ¡Viva el Rey!

martes, 17 de junio de 2014

Primera oportunidad de F6: El discurso

Tenía pensada una entrada sobre lo divertido que puede ser hablar en público, pero tras una lectura rápida de la prensa de los últimos días, he cambiado de opinión. Lo dejaré para la próxima.
He pensado que desentonaría si no aprovecho mi propio espacio para escribir sobre el asunto que esta semana hará historia de España. Así que estos renglones aluden a quien va a ser nuestro próximo Rey.
Monárquicos, republicanos, nacionales, nacionalistas, derechas, izquierdas (hasta la extrema), empresarios, sindicatos, directores de medios, reporteros, gente de bien, mala gente, juristas, legos, funcionarios, desempleados, platós de televisión, tertulias de radio... Todo el mundo aprovecha estos días a lanzar su opinión en forma de deseo sobre qué debe ser o qué debe hacer el nuevo monarca.

Será muy interesante seguir de cerca todo el protocolo y el ceremonial preparado para la ocasión; por novedoso e inusual. Imagino que serán muchos los análisis de las novedades y muchas las comparaciones con el mismo acto que protagonizó el Rey Don Juan Carlos hace 39 años. Habrá que verlo y tiempo tendremos de comentarlo.
Hoy, más que las cuestiones de ceremonial, me interesa el discurso de Felipe VI: lo que va a decir y cómo lo va a decir.
Porque lo cierto es que los españoles vamos a estar muy pendientes. No están las cosas para andarse por las ramas. Ni para él, el Rey, ni para nosotros, los ciudadanos.
Me satisface enormemente haber escuchado que S.A.R. el Príncipe de Asturias ha compaginado estos días su apretada agenda de actos oficiales con la dedicación del tiempo necesario para la preparación del discurso. Es fundamental para conseguir una buena comunicación personal prepararse, prepararse mucho y ensayar.
A partir de ahí, Señor, espero que acudáis en vuestro discurso a los tres elementos esenciales de la comunicación humana: la claridad, la credibilidad y la emoción.
Vos, Señor, tenéis la obligación de persuadir a los españoles y españolas que estaremos pendientes de cómo se escribe otra página de nuestra historia; la historia de una nación que lleva unida más de 500 años. Por eso estaremos muy pendientes de su palabra. Del contenido de vuestra palabra y de vuestra elocución y pronunciación como expresión máxima de la claridad que necesitamos para ser persuadidos de que vuestra Jefatura de Estado será próspera para nuestra nación.
También estaremos muy pendientes de vuestras argumentaciones. La dialéctica, que no es otra cosa que el arte de argumentar, se hará esencial para que lo que nos traslade tenga visos de credibilidad. Debéis esforzaros, Señor, en resultar creíble porque no tenéis el beneficio de la duda ante el pueblo español.

Y, por supuesto, analizaremos vuestros gestos, vuestros movimientos, vuestras expresiones corporales que, junto con el poder de la palabra son imprescindibles para que lo que nos transmita nos llene de emoción. Está muy bien buscar el afecto y el cariño dando a conocer un par de fotos de revista mostrando a todos la felicidad que siente escoltado por sus dos hijas (guapísimas, por cierto). Pero los españoles necesitamos emoción para poder hacernos partícipes de vuestras intenciones, de vuestros objetivos. 

Claridad, credibilidad y emoción necesarias para que vuestro pueblo os siga y os empuje en la tarea de representar a la nación española como su máximo exponente.
Así pues, y dicho lo cual, traigo aquí los inolvidables versos entre D. Luis y D. Juan, de mi paisano José Zorrilla en su Tenorio:
"¿Estamos listos?
Estamos
Como quien somos cumplimos
Veamos pues lo que hicimos..."